El tedio se ha transformado en angustia. Una angustia que se ha instalado en el punto justo donde está el esternón y no me deja vivir. Ojeo/hojeo el periódico y paso las hojas convulsivamente. Comienzo a leer una noticia y la dejo inmediatamente. Tomo un segundo periódico y hago lo mismo. Sólo me detengo en el magazine porque vienen algunas firmas que siempre me aportan algo. A veces, cuando llego por la mitad del artículo me doy cuenta de que no me he enterado de nada, Me ocurre como cuando era estudiante y estaba en clase de matemáticas, no conseguía atender al profesor, no es que no entendiera, es que no le escuchaba, no me interesaba lo que decía. No me ocurría así con la Lengua o la literatura, con la historia o la filosfía. Decididamente no me interesan los números. Me pregunto si será, tal vez, por ese rechazo tan maracado que tengo hacia la cosa numérica que me influyen tanto las relaciones, las sensaciones, las percepciones. Atisbo a mi alrededor, escruto miradas, palpo gestos....y todo me provoca inquietud y desazón. Siento una especie de vértigo, como un rechazo hacia mí misma, hacia lo que es mi vida. No me explico la razón de porqué estas sensaciones tan cambiantes y contradictorias. La angustia en el centro del esternón no cesa. Me pregunto si debería tomar algún relajante o ansiolítico. Tal vez me vendría bien. Suelo analizar, analizarme constantemente. Indago sobre las circunstancias de mi estado de ánimo de los últimos meses. Tal vez tenga razón aquél amigo portugués que me hizo mi carta astral en la que me dice que necesito el movimiento constante, el ir de acá para allá, el no parar quieta. Creo que, hoy, muchos vivimos como si estuviéramos en la cima de un gran farallón a punto de caer. Pienso en lo que sentirán esas personas que se precipitan desde un séptimo piso, o caen desde lo alto de una montaña. ¿Cómo serán esos momentos de caída infinita? ¿Intentarán reconciliarse con Dios? ¿Se sentirán liberados? ¿Verán su vida, pasito a pasito, desde el instante en que tuvieron uso de razón? Sinceramente, no sé qué puede pasar por la cabeza de estas personas que caen desde su abismo cuando la caída no ha sido accidental o casual.
Imagen: © Goyo Alonso