12 de noviembre de 2020

Insolidarios


En estos días raros, pandémicos, muy propios para pasear y reflexionar sobre lo que acontece a nuestro alrededor, pienso sobre la solidaridad y compruebo, que no es cosa baladí, porque el mundo, tal como va, nos demuestra que la solidaridad es un concepto pasado de moda. Al individuo de hoy le irrita oír noticias de esas que hablan de los cientos de personas que huyendo de las atrocidades de sus países se arriesgan a morir ahogados en las costas italianas, griegas o españolas, o les molesta saber que miles de negritos de diferentes países de África se rasgan las carnes saltando vallas y alambradas disuasorias que han sido colocadas por las autoridades de los diferentes países. En España estamos demasiados acostumbrados a esas noticias, ante nuestra impotencia, ante nuestra rabia. Compruebo con horror que hay algunas personas que les molestan esas noticias, que les irrita la visión de esas personas llegando a nuestras costas porque las ven como intrusos, como gentes de mal vivir, como delincuentes, aunque en sus rostros no hay más que miedo, angustia y terror, aunque vean que hay madres que han dejado a sus hijos ahogados en el mar. Escalofríos me dan sólo de pensar en estas escenas y en algunas reacciones de mis compatriotas. No, la solidaridad no está de moda en el mundo actual. Reflexiono sobre todas estas cosas y me escandaliza la postura de los organismos internacionales que no toman cartas en el asunto. Y me pregunto por qué no nos unimos los ciudadanos del mundo saliendo a la calle para exigir a a esas instituciones, de las que se espera orden y coherencia, que medien, porque es urgente, ante quienes dirigen a tantos países que desprecian a sus ciudadanos, que los masacran y matan obligándolos a huir de la peor manera posible. Mirar para otro lado, ignorar lo que está ocurriendo en el mundo, nos hace miserables y culpables.