Era de suponer, la ley que prohibe fumar en cualquier lugar público a los fumadores españoles está dando sus frutos. Por un lado, se fuma menos y por otro se hacen nuevas amistades, como los dueños de los perros. Salen al parque con el can y al momento aparece otro can y los dueños a darle al palique. Hay varias parejas que se han conocido gracias a sus perros y ahora, gracias al cigarrillo se empiezan a conocer. Inevitable. Se entra en el bar o restaurante, se sale a la calle a fumar y allí en la puerta los fumadores. Se comenta la situación, se pide lumbre y se entabla conversación. Me lo comentaba mi hija ayer mismo: "Mamá, es fenómena la medida, los bares están limpios, se respira mejor y por los alrededores hay un ambiente genial. Se puede hablar porque el ruido de la música se queda dentro y en la calle, con el cigarrillo entre los dedos es muy fácil poder explicarte y que los demás te escuchen. Y viceversa. Ah, y la ropa no huele." Ahora también, a las parejas que se hacían por los perritos y por internet, se añade ésta última por el vicio de fumar.
Fantástico.
Eso es ver el vaso medio lleno, querida Concha. Como no fumador recalcitrante no puedo sino alegrarme de que los fumadores encuentren instancias para ser felices a su modo.
ResponderEliminarUn gran abrazo.