24 de enero de 2012

Tedio

He abandonado mis blogs. Cuando los comencé, no faltaba un día a la cita con ninguno de ellos. Era algo novedoso, me permitía dar rienda suelta a mis sentimientos. Entonces yo tenía sentimientos, muchos sentimientos. Hoy me siento vacía, como si me hubieran extraído todo el jugo que me permitía construir pensamientos, frases, poemas, pequeños ensayos, diálogos. Mi mente bullía con todo y con nada. Ahora me siento como si me hubieran dado un fuerte golpe con un bate de beisbol en la cabeza y me hubiera dejado K.O. -no sé si se escribe así y no me apetece ir a google a buscarlo-. La pereza me rodea. La pereza mental, porque la física no me afecta. Busco cualquier excusa para salir, para pasear, para andar errante como los gitanos de antes, aquellos gitanos que, cuando niña, contemplaba extasiada acampados junto a un carromato, o errantes de acá para allá. Los gitanos, entonces, eran altivos, cimbreantes, eran como los nómadas del desierto. Caminaban erguidos, las mujeres con sus talles esbeltos, los hombres, con sus largos cuellos, tocados con sombreros. LLegaban a mi pueblo, acampaban unos días y se alejaban a otro lugar. Los gitanos de ahora se han convertido en expertos anticuarios. Compran y venden vírgenes, altares, confesionarios como antes vendían telas y zapatos. Los gitanos, los gitanos de Zamora, ahora son gordos, con barrigonas, las mujeres también, viven en casas que llenan de ramos de flores de plástico como las flores de sus tumbas. Los gitanos ya no son lo que eran y a mí no me inspiran tanto. A veces me gustaría vivir como aquellos gitanos que yo veía de niña, practicando el nomadismo permanentemente. Hace unos días recibí un sobre con mi carta astral. Me la hizo un amigo que conocí en Portugal hace un par de años. Mi amigo es de origen brasileño y habla muy bien español. Sabía mucho de astronomía, del destino, de la influencia de la posición de los planetas en los seres humanos, en los animales, en las plantas. Me dijo que sabía hacer cartas astrales. Le pedí que me hiciera la mía. Me pidió todos los datos sobre mi nacimiento: día, mes, año, día de la semana, hora. Una vez que tuve todos esos datos se los comuniqué por email. Hace unos días he podido leer mi carta astral. Efectivamente, yo nací nómada, yo me pasaría la vida viajando, corriendo de un lugar a otro, sin parar, sin detenerme. Siempre tengo prisa, aún dominándome la más descarada y vergonzosa pereza. Tengo prisa. Soy muy directa y digo las cosas como las siento. No soy nada diplomática (ni falta que me hace). Ah, y soy buena persona. Eso y mucho más lo dice mi carta astral como dice también que, a veces, hiero con mis palabras. Mi carta es para leerla de vez en cuándo y para corregirme y aprender, me comenta mi amigo. Decía al principio que he abandonado mis blogs. Los veo simplones, sin vida, sin movimiento. Muchos de los blogueros que se incorporaron después que yo se han construido unos blogs con mucha vida, parece que te hablan y te acarician, que te susurran desde la pantalla del ordenador. Los míos se han quedado con el encefalograma plano. Echo de menos los tiempos en los que nos escribíamos cartas en papel, cuando se esperaba al cartero como al agua de mayo, cuando se esperaba la carta del novio, del chico que tomó mi dirección a toda prisa en una estación de tren, del jovenzuelo rubio y afrancesado que me miró intensamente a los ojos y me preguntó el nombre. La verdad es que también me gustan los mensajes de los amigos por internet, los pequeños comentarios que, a veces, son tan grandes. Se esperaban noticias porque, tal vez, se esperaba todo de la vida. La vida, esa todopoderosa señora que puede abandonarnos en cualquier momento, cuando menos lo esperamos. Cada día me entero de que alguien tiene cáncer. Ahora, los famosos nos lo anuncian por la televisión: "Quiero comunicar a los espectadores que me han detectado un bultito en el pecho. Van a extirparlo y analizarlo. Tardaré unos días en aparecer en pantalla". No sé qué me pasa, pero buceo excesivamente por los procelosos recovecos de mi pensamiento y voy deteniéndome a cada paso buscando malas conciencias. La conciencia se nos vuelve inquisidora. Los afectos se desafectan, los amores se olvidan, los odios se enarbolan. A veces, el viento agita las ramas de los árboles. La niebla lo cubre todo. La cencellada sobre los tejados parece nieve y mi corazón no sé lo que parece.

1 comentario:

  1. Tu tedio no se traspasa a la calidad de tu narración, mi querida Concha, a toda la vida que bulle en cada una de tus palabras.

    Escribes como piensas, escribes con el alma. Es tu voz, eres tú en persona, son tus manos, es tu mirada afectuosa. Esto no es tedio. El tedio en una aburrida sala de espera antes de la muerte, pero esto que escribes es vida, es perdurabilidad, es anhelo, es amor, es intensidad.

    Desde que conocí este blog, tu espacio aparentemente más íntimo, pues se transformó en mi predilecto, y digo de corazón y con la mayor honestidad que eres una de las poquísimas personas en este mundo a quien quiero y admiro profundamente, y por quien siento una cercanía natural, espontánea, que a veces ni importa explicar, porque se siente en la piel, o más bien en el lugar donde se anida el cariño.

    El desaliento respecto a los blogs es comprensible, o al menos yo lo comprendo. Me pasa habitualmente, pero son precisamente las palabras de los amigos los que me hacen renacer a través de ellos, a retomarlos, a reimpulsarlos, a difundirlos y a darles nuevos aires.

    Recuerda que tenemos un blog compartido, al que debemos darle larga vida. Tengo el deseo de transformarlo durante este año en un periódico grande, que incluya progresivamente de todo, y donde nuestras voces sean siempre los números estelares.

    Respecto a este blog, hay tanto de tí, tanta creatividad, tantas emociones transcritas, tanta poesía, que no debieras abandonarlo nunca, y donde incluso tienes material para convertirlo en un enorme libro intimista, una joya de esta época.

    Si me lo permites, me gustaría extraer de vez en cuando ciertas entradas de este blog para republicarlas en Plumas. Sería fabuloso, hermanarlos, hacerlos caminar juntos, tal como lo hacemos nosotros.

    Pero no te aburro más mi querida amiga.

    Sabes que cuentas conmigo en todo y para siempre, y sé que intuyes que mi "siempre" vale efectivamente para siempre.

    Cuídate mucho. Tus últimas fotos en Facebook están impresionantes. Ya me haré de una buena cámara para compartirte las mías.

    Un fuerte abrazo, fuertísimo.

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