9 de febrero de 2010

Camino

Puffffffffffffffff!!!!!!!!!!!
No sé exactamente por dónde empezar. Si por el Camino de Santiago que, por fin, quiero hacer este año, en mayo, aunque todavía no sé los kilómetros que van a ser, unos ocho días a una media de 22 kilómetros aproximadamete. Espero esta aventura con emoción porque son muchos los conocidos y amigos que cuentan que el camino, sobre todo, es el camino, es lo que se siente y se encuentra mientras se dirige uno a Santiago. Lo de menos, parece ser, es llegar. Lo intuyo, lo creo firmemente porque las experiencias que tengo de caminar por senderos, vericuetos, barrancos, o por carretera simplemente, sola o acompañada, es uno de los placeres que más he disfrutado. Y además barato.
Y continúo con este otro "Camino", el librito de Monseñor Escrivá de Balaguer y Cendrá, un camino que se sigue desde la paciente lectura y desde el convencimiento de que lo que se lee es todo un dogma de fe. Lo descubrí hace ya muchos años, en Torreciudad (Huesca), cuando aquello todavía no era lo que es hoy, un santuario espectacular enclavado en uno de los parajes peninsulares más bellos e inmerso en pleno pirineo aragonés. Descubrí "Camino", como digo, cuando yo era una joven recién llegada a Barbastro, tras haber aprobado una oposición a Campsa, aquél monopolio de petróleos, extinto ya y que fue mi primer y último trabajo en mi vida laboral. Mi expectación, entonces, ante la vida era completa y mi curiosidad desbordante. Entonces yo ni sabía, ni había oído hablar del Opus Dei. Pero yo estaba allí, repito, en Torreciudad, rodeada de naturaleza y feliz. Un pequeño torreón en ruinas, izado sobre altozanos, desde donde se divisa el río Cinca, allá en el abismo del precipicio, trepidante en invierno y más tranquilo en épocas de estío. Este torreón dio lugar a una bonita leyenda de la que se conserva una gran devoción a la Virgen y que se extiende por todo el Somontano aunque no se sepa, ni el origen del santuario ni el de su imagen, la Virgen de Torreciudad, una imagen morena, semejante a la de Montserrat, de estilo románico. Sería José María Escrivá mucho tiempo después, el que hizo el verdadero milagro de Torreciudad, un Santuario espléndido al que llegan miles de peregrinos de diferentes partes del mundo cada año. Ese es el verdadero milagro.
El libro "Camino" lo leí con mucho interés pues consta de frases muy cortas llenas de filosofía de vida, de mesura, y de inteligencia también, a qué negarlo. Me lo vendió una persona de "la obra" que estaba allí, en el pequeño santuario en ruinas para atender a los que se acercaban.
Poco tiempo después, ya en Zamora, di de lleno con el Opus Dei. Y, poco a poco fui enterándome de su filosofía. Fueron años muy agradables. Entonces era muy receptiva a las charlas, a las películas que Monseñor Escrivá de Balaguer protagonizaba por todos los países del mundo, rodeado de multitudes, de gentes de viva fe que preguntababan cómo debían tener paciencia para atender a las muchas faenas de casa, sus responsabilidades con los hijos, con la familia, como debían actuar en determinados momentos. Yo asistía a aquellas reuniones y reconozco que me favorecían, me sentía relajada y ligera de alma, sin pesadumbre, llena de positividad.
No sé qué ocurrió ni en qué momento, el caso es que todo aquello hoy lo veo como algo esperpéntico, algo que obstruye la mente y no la deja crecer. Mantengo amistades con gente del Opus Dei, pero mi opinión sobre ella ha cambiado sustancialmente. Después de cuarenta años tratando a muchas de esas personas me doy cuenta de que son incapaces de pensar por sí mismas. Me recuerdan un poco a los adeptos al Islam, a ese fanatismo que todo lo llevan a su señor Alá, que todo lo ofrecen a, que todo se hace en función de...algo inverosímil, en suma que chirría y, personalmete, me ha hecho distanciarme de esas personas. En cuarenta años hay que cambiar en algo, hay que evolucionar y para ello hay que pasar y traspasar la revolución interior que cada persona libra consigo misma. Los fanatismos, sean de la marca que sean no hacen ninguna revolución interior, se dejan dirigir, simplemente.
Qué por qué escribo de todo esto? pues porque esta noche he visto en TV la película "Camino". Curiosamente había preguntado a mis amigas "opusinas" por ella, pero no la han visto. ¿Consigna? ¿Prohibición?. Vaya usted a saber.
Por lo que conozco del Opus Dei, la película está tratada con rigor y veracidad. Todo lo que se muestra en ella está calcado de lo que es la vida en el Opus y de lo que es la gente del Opus: las mismas reacciones, las mismas alabanzas, los mismos ofrecimientos, los mismos "sacrificios", las mismas cegueras, los misgos gestos, las mismas conversaciones, incluso la misma vestimenta. Porque hasta en eso, la gente del Opus se deja llevar. Señoras impecablemente vestidas y calzadas, complementos de marca a ser posible, muy bien peinadas, siempre de peluquería. Todo es perfección en sus ademanes, en su orden de vida. Todo milimetrado, pesado y sopesado.
Verdaderamente, no sé por qué camino tirar. Probablemente por el mío propio porque gracias a Dios, y en su nombre, a Jesucristo, Buda, o Alá, auténticos profetas, en cuyas filosofías se encuentra la VERDAD, con mayúscula, he comprobado lo fácil que es seguirla, sin manipulaciones de sus "oficiales/oficiosos" seguidores que han hecho de sus credos caos y confusión en la Humanidad.
Pero, ¿por qué he llegado a este extremo de desencanto de lo previamente establecido?

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