tag:blogger.com,1999:blog-38348506215629252092024-03-13T21:08:36.803-07:00Quién me entiende a míConcha Pelayoexposicioneshttp://www.blogger.com/profile/16950638713974518568noreply@blogger.comBlogger140125tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-77645318229683032032022-04-24T11:55:00.045-07:002022-04-24T17:40:21.647-07:00DIA DEL LIBRO 2022
Ayer se celebró el día del libro, una fiesta luz, porque el libro, los libros, han sido y son esa luz que todos buscamos y que está en el interior de cada uno de ellos. La lectura ha sido para mí el pilar sobre el que me sostengo desde que era muy niña. No recuerdo exactamente a qué años empecé a leer, pero lo que sí recuerdo es que fue un libro, Mujercitas, el primero que leí. Y lo recuerdo porque la historia que contaba su autora, Louisa May Alcott, me conmovió desde la primera página. Trataba de la vida de cuatro hermanas, cada cual con su personalidad. Yo tendría cinco o seis años, no más, cuando lo leí. El libro me lo regaló un tío, hermano de mi padre, que era sacerdote. Las pastas eran duras y la portada mostraba cuatro figuras de mujer. Algunas de sus páginas estaban ilustradas en blanco y negro donde representaban las diferentes actividades de las cuatro jóvenes, protagonistas de la historia. Yo pasaba horas y horas leyendo y releyendo el libro y contemplando extasiada las ilustraciones. Una de aquellas hermanas, Jo, quería ser escritora y yo, inmediatamente de conocer las aspiraciones de aquella jovencita, me di cuenta de que yo también quería serlo, como Jo.
Después de aquel primer libro, vendrían otros muchos más y me hice una infatigable lectora. Entonces, yo creía que para escribir había que vivir. Las historias que yo leía pertenecían a otros y yo quería, también, contar mi propia historia, pero, claro, yo no la había vivido todavía. Así creía yo, entonces. Pero lo cierto es que no sé por qué razón, cuando tenía doce años, comencé a escribir una novela que situé, nada menos, que en Rusia. La protagonista se llamaba Anuska Petroskha Koroskova. No sé de dónde saqué aquel pomposo nombre, pero deduzco que en mis manos ya habrían caído historias de aquel país. Escribí páginas y páginas en un blog de aquellos de gusanillo y la historia que me había inventado me parecía apasionante. Recuerdo que iba leyéndole a mi hermana y a las amigas más próximas la vida de Anuska. Un día, una de ellas se llevó mi blog para leerlo y lo extravió. No me lo devolvió jamás. Se perdió y nunca lo recuperé.
Esta anécdota se la contaba a un amigo mío a propósito del día del libro y de lo que los libros nos han inspirado. Me dijo que la volviera a escribir, que me inventara un final. Fui describiendo desde la primera página, a modo de pieza teatral cómo comenzaba mi novela: "En una sencilla y pobre habitación, sobre una cama, yacía una mujer moribunda. Respiraba jadeando y tenía los ojos cerrados. A su lado una joven le acariciaba las manos, cruzadas sobre el pecho. Las lágrimas de la joven resbalaban abundantes por su rostro como la intensa lluvia caía sobre el cristal de la única ventana que había en la habitación. Al lado de la cama una mesilla con varias cajas de medicamentos y un vaso de agua. Sobre el techo pendía una sola bombilla.
La joven estaba sentada en la única silla al lado de la cama. Ambas mujeres, en silencio." Así comenzaba yo aquella triste historia a la que le auguraba un final feliz. Hecha esta primera introducción, la mujer, madre de la joven, fallece y la joven deja la casa llevándose un hatillo con las pocas pertenencias que tenía. No recuerdo nada sobre el entierro. Ese capítulo no existe en mi memoria. La joven comienza su camino dispuesta a enfrentarse a la nueva vida que le esperaba, sola y sin recursos. Tendría que buscar trabajo en alguna casa de familia acomodada para ayudar en la limpieza o en la costura. Tendría que marcharse a la ciudad. Ella sabía coser pues su madre la había enseñado.
Tomó el primer autobús que la llevaría a la capital y tras un largo y penoso viaje llegó a San Petesburgo. El autobús paró en una gran estación que ella no conocía y, de pronto, se dio cuenta de que iba a ser muy difícil encontrar trabajo porque no conocía a nadie y ella no tenía fuerzas, ni sabía qué pasos tendría que dar. Tampoco estaba acostumbrada a hablar con desconocidos. Nunca había salido de su pequeño pueblo. Aturdida por el movimiento de la ciudad, por los automóviles que circulaban en todas direcciones y por las gentes que iban y venían en todas direcciones se quedó quieta junto a un pequeño parque. Se acercó hasta donde había un banco y se sentó para poner sus ideas en orden y pensar, sobre todo pensar. De pronto reparó en un grupo de hombres y mujeres que hablaban entre ellos con gran excitación. Parecían no estar de acuerdo sobre lo que hablaban. De pronto uno de los hombres reparó en ella y como si hubiera descubierto lo que buscaba se dirigió a ella: Permítame que me presente, señorita. Soy director de una escuela de arte y estamos localizando exteriores para rodar un documental. Necesitamos a una joven que tenga ciertas características físicas y usted se adapta perfectamente a ellas. ¿Querría acompañarnos? Anuska se quedó estupefacta. No daba crédito a lo que estaba viviendo.
Mi novela debía continuar de una manera muy previsible: chica humilde, desconocida, bonita, sin futuro y sin contactos que, de pronto, alguien la descubre y, como en las películas, le propone un trabajo como modelo, actriz o como vendedora de libros. Ya no volví a la historia de Anuska porque me parecía muy pueril, aunque no pueda complacer a mi amigo. La historia de Anuska quedó incompleta.
El día del libro me ha hecho recordar los primeros años de mi infancia cuando empecé a familiarizarme con las pizarras y los pizarrines, los lapiceros y los tinteros. Creo que, de niña, yo no usaba bolígrafos pues no los recuerdo. Escribíamos, primero en la pizarrita y cada niño teníamos una pequeña tiza blanca con la que podíamos borrar lo que escribíamos con un pequeño trapito. Así era de sencillo nuestro instrumental. Más adelante escribiríamos con plumas estilográficas que había que cargarlas en un tintero que contenía la tinta. Un horror porque ésta manchaba los vestidos, los dedos, los libros, los pupitres de madera y ya no se quitaba la mancha.
Recuerdo el gran bofetón que me propinó una odiosa maestra porque a mi vestidito de cuadros rojos y blanco lo había manchado en la pechera con una gran mancha de tinta. Al pasar junto a ella cuando salíamos al recreo, me cruzó la cara con su dura mano. Gracias a que junto a ella había una prima suya que había ido a visitarla y estaba allí y al presenciar la escena le preguntó, ¿pero, por qué le pegas? A lo que la odiosa maestra añadió, ¿no ves cómo lleva el vestido? Entonces yo miré hacia abajo y vi una enorme mancha de tinta en mi vestido. Nunca jamás me olvidé de aquel bofetón, como siempre supe que aquel gesto tenía mucho que ver con el odio y la discriminación. Y pasaron los años y apareció el bolígrafo. El boli fue mi gran aliado. Durante muchos años escribía a mano para después continuar con aquellas estratosféricas máquinas Remingthon o Underwood. Con aquellas máquinas aprendí a escribir en la escuela Superior del Secretariado en Madrid a no mirar el teclado. Llegué a alcanzar gran velocidad, más de trescientas pulsaciones por minuto y creo que todavía sigo siendo muy rápida cuando escribo y, por supuesto, sin mirar el teclado. Curiosamente, cuando tengo que poner algún número siempre lo miro. No quise aprender nunca la numeración del teclado; se ve que hasta en eso demuestro mi aversión a las matemáticas. Tras aquellas máquinas que se han convertido en piezas de museo, llegaría la máquina eléctrica, segura y limpia. Los escritos ya salían impecables. Y por fin el ordenador.
En mi buhardilla guardo algunos ordenadores de aquellos que tenían una enorme panza detrás de la pantalla y una máquina de escribir de la marca Hispano Olivetti. Han pasado muchos años, mi vida, como todas las vidas, podría convertirse en una pieza literaria, pero hoy, gracias a las redes sociales y la facilidad con la que todo el mundo nos manifestamos, nuestras vidas son pequeñas piezas que, día a día, van conformando una novela. Como pudo ser la de Anuska Petroska Koroskova.
<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkajujTCpD0EJ3QWaB0LDyUPupXG0HNt-z3cnFM-JJKyhlgZVqDKpkQTs-otzFKUTvdYsym17OTBjgYWgFQTLfFBZ_52ZplkhKap5T-xvXiv5nq8wTwQI7hf_CHvIlYmgF8PfmvE04wX7HmO8SZWoAmmijvB2eQnODVCM9Dj7ujXR6LtAmW7ul5NDv7A/s4128/20180223_133102.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; "><img alt="" border="0" width="320" data-original-height="3096" data-original-width="4128" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhkajujTCpD0EJ3QWaB0LDyUPupXG0HNt-z3cnFM-JJKyhlgZVqDKpkQTs-otzFKUTvdYsym17OTBjgYWgFQTLfFBZ_52ZplkhKap5T-xvXiv5nq8wTwQI7hf_CHvIlYmgF8PfmvE04wX7HmO8SZWoAmmijvB2eQnODVCM9Dj7ujXR6LtAmW7ul5NDv7A/s320/20180223_133102.jpg"/></a></div>exposicioneshttp://www.blogger.com/profile/16950638713974518568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-54608574819959093812021-10-07T10:07:00.007-07:002021-10-08T17:28:32.230-07:00La romería<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-agevKUtAqmk/YV8e-KpN41I/AAAAAAABE8k/OZa7HtoCpjQ87Q-gIUBH-sBfGdTKk2LQgCLcBGAsYHQ/s1600/foto%2Ben%2Bel%2Bcristo.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px; text-align: justify;"><img alt="" border="0" data-original-height="1200" data-original-width="1600" height="480" src="https://1.bp.blogspot.com/-agevKUtAqmk/YV8e-KpN41I/AAAAAAABE8k/OZa7HtoCpjQ87Q-gIUBH-sBfGdTKk2LQgCLcBGAsYHQ/w640-h480/foto%2Ben%2Bel%2Bcristo.jpg" width="640" /></a><div style="text-align: justify;">Mi amiga Maritere Paz me envía esta fotografía con una fecha, 23 abril 57. Me dice que estábamos en la romería del Cristo, en nuestro pueblo, en Muelas del Pan. Yo, entonces, tenía 14 y estaba llena de complejos; lo detecto mirando fijamente mi imagen. Me veo como retraída, como queriendo pasar desapercibida. Estaba gordita porque el cambio de niñez a adolescencia me cambió el metabolismo y engordé y me sentía horrorosa. Además, los chicos me lo recordaban de vez en cuándo, llamándome:¡gorda, gorda! Sufría muchísimo; y en silencio, porque el sufrimiento nos lo guardábamos para nosotros. Lo decía el poeta Waldo Santos, -ahora hemos celebrado el centenario de su nacimiento-. Waldo decía que "rió, lloró y vivió, pero hacia dentro, porque no quieras ir fuera". Así me ocurría a mí, sufría por estar gorda pero me lo callaba, "para dentro". Y así pasé yo aquellos años de infancia, muy molesta con aquellos kilos de más, mientras veía a mi adorada hermana Manoli, esbelta y preciosa con su pelo largo y oscuro. Yo, por el contrario, además de gorda, como tenía el cabello rizado me lo cortaban muy cortito y todavía me veía mucho más fea. Nunca supe por qué tenían que cortarme el pelo por el hecho de tenerlo rizado. Menos mal que cuando ya fui dueña de mí misma me lo dejé crecer y me hacía la toga para llevarlo liso. Con el tiempo, lo dejo a su aire, rizado natural y me gusta. Lo cierto es que esa fotografía me ha hecho volver a mi infancia. Vuelvo a mirarme con atención y me veo como en segundo plano,para no mostrarme demasiado. No, decididamente no me gustaba ni mi pelo, ni mi cuerpo, ni mis mejillas; siempre sonrosadas, en exceso, creía yo. Curiosamente, yo no tenía ni una fotografía de aquella época aunque mi padre nos fotografiaba constantemente. Pero, seguramente, yo me encargaba de romperlas para que desaparecieran de mi vista. Hoy, Maritere, mi primera amiga de infancia, con la que hemos vuelto a reencontrarnos por constantes mensajes de whasaps, me hace recordar aquellos días hermosos, porque, pese a todo, yo viví unos días preciosos junto a mi familia y con el resto de familias que vivíamos en nuestro precioso Salto de Ricobayo, un poblado cuidado y bello, repleto de jardines llenos de flores y setos, siempre bien recortados por el jardinero Sebastián que se ocupaba de ello. Lo teníamos todo, y todo gratis: casas, escuelas, material escolar, autobús para llevarnos a la capital, a Zamora; teníamos todo tipo de obreros que reparaban todo lo que se estropeaba. Se rompía un cristal y venían a colocarlo, se fundía una estufa y aparecía un electricista, se averiaban las cañerías de la cocina y llegaba Dionisio el fontanero; había que cambiar los maracos de una ventana, de ello se ocupaba el carpintero. Y todo, absolutamente todo, financiado por la populosa e importante empresa IBERDROLA, antes Iberduero (así se llamaba entonces) y mucho antes, Saltos del Duero. Era una empresa generosa. Dicen que, socialmente, ha sido la mejor empresa de Europa, por la forma en como trataba a sus empleados. Sólo había una cosa que no me gustaba y es que tenía institucionalizado una especie de sistema de castas. Por un lado estaban los ingenieros, después, los peritos, oficinistas y por último los obreros donde abarcaban muchas especialidades. Hay que tener en cuenta que Iberdrola es una empresa hidroeléctrica y requiere muchas especializaciones. Mientras éramos niños no nos dábamos mucha cuenta de todo esto, pero, andando el tiempo, ya detectábamos esas diferencias sociales, y esas posiciones más o menos elitistas. Me dice mi amiga Maritere, que se acuerda mucho de las casas de mis dos abuelas en Muelas y Ricobayo; como yo recuerdo la casa de la suya; era preciosa. Se accedía por unas escaleras de madera y en cada escalón, a los extremos, había preciosos geranios. En la parte de atrás había un huerto donde la abuela de mi amiga, la señora Domitila, se afanaba en arreglar las plantas. Tenían una perra enorme y un gato de angora que siempre dejaba sus pelos en los cojines de los sillones que había en la terraza. Al lado estaba la iglesia donde íbamos a misa los domingos, con nuestros velos de encaje. Algunas niñas se los habían hecho ellas mismas en clase de costura. Cómo ha cambiado la vida. Ahora me hace sonreir lo del velo y el misal. Ah, el misal, también era un elemento insustituíble que teníamos que llevar a misa. El cura se llamaba don Lorenzo y poco más recuerdo de él. Estaba el ingeniero , don Fermín, un señor altísimo, que vivía en una casa preciosa, como un palacete, todo de piedra con jardin alrededor y con un muro también de piedra. Una casa que se diferenciaba de las demás, mucho más sencillas. Recuerdo que iba a comulgar todos los domingos. Pasaba majestuosamente por el pasillo central seguido de su mujer y de los hijos mayores que hubieran hecho la Primera Comunión. Recuerdo también a Magdalena, una joven guapísima que cantaba en el coro junto a otras chicas y que un joven seminarista que fue a pasar un verano con sus padres, al verla, se enamoró de ella. Creo que dejó el seminario, pero no se casaron. Cada cual hizo su vida. Y cómo no recordar las romerías del Cristo, en el vecino pueblo de Muelas del Pan. Todavía se celebran pero yo no he vuelto y creo que ya no tienen el encanto que tuvieron. Se pasaba el día en el campo, en medio de un paisaje granítico rodeado de jaras y escobas que en primavera explotaban de colorido. El embalse del Esla, al otro lado de la ermita, lucía esplendoroso entre peñas jaras y escobas. Se comía y se bailaba y todo era placer. Las chicas mirábamos a los chicos. A mí me gustaba uno que está sentado a mi derecha pero él me dijo un día: "A ver cuando adelgazas..." Qué triste, ¿no?. Veo en la fotografía a Maritere, con su flequillo oscuro y su cara preciosa, a Laurita, en la fila de abajo, y a los chicos; veo a Narci y a Javi, hermano de Maritere, de los otros no me acuerdo. En fin. La vida ha pasado y los recuerdos se inclinan más hacia lo bueno que hacia lo malo, por tanto, seguiré celebrando la vida.</div></div>exposicioneshttp://www.blogger.com/profile/16950638713974518568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-14432549281392598542021-03-15T03:58:00.006-07:002021-03-17T17:12:22.429-07:00BODAS DE ORO
Recuerdo que cuando cumplí 50 años escribí un artículo que titulaba “Medio siglo” donde decía que, ese día, al despertar, seguro que vería en mi rostro algo que delatara tan importante acontecimiento. Sin embargo, al contemplarme en el espejo me encontré con la misma de siempre, con las mismas inquietudes y sensaciones y que no había notado nada especial pese a tener ante el espejo a alguien con medio siglo de vida.
Hace muy pocos días mi marido y yo hemos cumplido 53 años de casados. Ya superamos las bodas de oro.
Estoy aquí, ante mi ordenador, y me vienen a la cabeza miles de imágenes y situaciones vividas durante todos estos años en las que hemos subido y bajado la montaña tantas veces, en la que se han vertido lágrimas y también sonrisas, donde se han dicho cosas que no se quisieron decir, otras se callaron. Cincuenta años juntos dan para mucho.
También he disfrutado de mi madre, que se fue hace un par de años con 95. Mi madre era un pozo de sabiduría con la que mantenía estupendas conversaciones. Una riqueza, un espejo en el que mirarme. Un ejemplo vital que me acompañará mientras viva. Hasta el final recordaba relatos que sabía de memoria, poemas, dichos. Era genial.
En todo este tiempo, he ganado muchos amigos, otros se han ido quedando por el camino. Algunos han desaparecido, otros todavía están, pero se ha enfriado la relación. Incluso se ha perdido para siempre. Se cometen errores, omisiones, olvidos…y se pagan caros. Es triste perder amistades con las que se han compartido muchas cosas, pero la vida es así.
Hoy mismo he encontrado por Facebook a una antigua amiga de estudios, cuando ambas estudiábamos Secretariado de Dirección en aquella escuela de Claudio Coello, en Madrid, muy próxima al lugar donde mataron a Carrero Blanco. Éramos íntimas y compartimos muchas confidencias. Espero que me conteste y acepte mi amistad. He visto su imagen y aunque el paso de los años ha transformado su estampa, he querido reconocer su mirada picarona, su sonrisa resplandeciente, también atisbos de tristeza que se quedan impregnados en la piel y en el semblante. El sufrimiento, las frustraciones, los desengaños son sentimientos universales que nadie se libra de ellos.
He organizado una comida con algunos amigos, pocos, para celebrar el acontecimiento. Con la familia: Mi hija, mis hermanos y sobrinos. Lo celebraremos más tarde porque algunos no podían estar el día señalado, el 3 de febrero, San Blas, se dice, que veremos a las cigüeñas. Ahora no hay que esperar a esta fecha porque las cigüeñas ya no se van, se quedan y se enseñorean de las ciudades; las veo a diario en los campanarios de las iglesias, por el río Duero cruzando las aguas con alguna rama para llevar a sus nidos. Las veo, incluso, frente a los jardines de mi casa, paseándose por el césped con sus andares parsimoniosos. Desde mi cama, incluso, las veo aparearse en los nidos de la Iglesia del Carmen. El macho sobre la hembra, un minuto o algo más, después, el macho se separa y sacude sus alas y se aleja volando. La hembra se queda quieta, tranquilla y relajada.
Mi salud, pese a que ha pasado tanto tiempo desde que cumplí 50, desde que celebramos las bodas de oro aquél, ya lejano, 3 de febrero, es buena. Tengo, todavía, mucha vitalidad y curiosidad. Hago ejercicio, escribo. Procuro hacerlo casi a diario para no perder esta vocación literaria que Dios me dio y que no me ha abandonado nunca. Tengo proyectos que me permiten seguir adelante para que los años no me pesen demasiado.
exposicioneshttp://www.blogger.com/profile/16950638713974518568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-80820990398491431652021-03-03T09:41:00.002-08:002021-03-03T09:41:36.284-08:00Tan cerca y tan lejos<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-iu8qxxYIhqw/YD_F3jMp30I/AAAAAAABCS8/BNwlAVZCu204T2aUyrK7LxYDKM-daBp7ACPcBGAsYHg/s4032/IMG_20210301_182022.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; "><img alt="" border="0" width="320" data-original-height="3016" data-original-width="4032" src="https://1.bp.blogspot.com/-iu8qxxYIhqw/YD_F3jMp30I/AAAAAAABCS8/BNwlAVZCu204T2aUyrK7LxYDKM-daBp7ACPcBGAsYHg/s320/IMG_20210301_182022.jpg"/></a></div>
Tan cerca como lo he tenido siempre, tanto como he disfrutado de estos dos ríos, dejándome acariciar por sus aguas, tanto como me han hecho soñar estos paisajes y sin embargo han tenido que pasar décadas para ver donde se abrazan el uno al otro: el río Esla y el río Duero. Por fin, ayer fui a este lugar mágico para ver, como si de dos amantes se tratara, el abrazo de estos dos hermosos ríos rodeados de imponentes paredes graníticas. El paisaje deslumbra en medio de una naturaleza mágica y agreste entre la que crece el tomillo, las escobas, las encinas y multitud de florecillas multicolores que van salpicando el espacio, mínimo, que hay entre las rocas. Revolotean las águilas ante mis ojos para posarse en los nidos que se esconden entre el paisaje. Las piedras hablan y nos dicen que hubo un tiempo en que por estos lares habitaron otros hombres, tal vez aquellos que iban cubiertos con su propio pelaje. Allí, en privilegiada atalaya descubro el verraco que se alza sobre un altar rupestre. La imaginación estalla en las sienes y es fácil dejarse llevar por ella.
Cuando nos acercamos a estos rincones se siente el enorme agradecimiento ante la Madre Naturaleza. exposicioneshttp://www.blogger.com/profile/16950638713974518568noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-73437583794982794982021-01-17T08:10:00.004-08:002021-01-17T08:39:33.763-08:00La verdad<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-5OBZK6CND2c/YARdqB54tfI/AAAAAAABBho/-e2RmhklIfcVCNrwzhtKyY3Jy9cg74GOACPcBGAsYHg/s4032/IMG_20210117_124815.jpg" style="display: block; padding: 1em 0; text-align: center; "><img alt="" border="0" width="320" data-original-height="3016" data-original-width="4032" src="https://1.bp.blogspot.com/-5OBZK6CND2c/YARdqB54tfI/AAAAAAABBho/-e2RmhklIfcVCNrwzhtKyY3Jy9cg74GOACPcBGAsYHg/s320/IMG_20210117_124815.jpg"/></a></div>
Dice Juan José Millas en uno de sus artículos que tuvo que parar la lectura del último libro de Barak Obama, “Una tierra prometida”, ante la frase:¨"No era una sorpresa que una parte de mi trabajo implicara ordenar matar personas".
Confieso que yo también tuve que detenerme, cerrar los ojos y volver a leer la frase. "Ordenar matar personas"
Me quedé muy pensativa intentando, como Millas, digerir la macabra orden. ¿Condenar a los culpables o, a muchos inocentes, incluso a sabiendas de que lo son, a la pena de muerte? ¿Mandar matar a personas negras, simplemente, por serlo…? A mi cabeza comenzaron a llegar las escenas que nos muestra, con harta frecuencia la televisión, de policías tiroteando, apaleando o pisando cuellos hasta matar a ciudadanos inocentes que van caminando por la calle, conduciendo su automóvil o reunidos en grupo sin cometer ningún tipo de infracción. Estamos muy acostumbrados a este tipo de escenas sin que reaccionemos, sin que el mundo reaccione, empavado como está ante la política norteamericana que hace y deshace a su antojo, que interfiere allí donde pueda explotar las riquezas de otros países; que se apoya su política armamentista sin que a los países civilizados se les caiga la cara de vergüenza, incluso muchos de estos países son sus aliados, es decir, apoyan sus macabros proyectos. La política de los EE.UU es cínica y perversa. "A Dios rogando y con el mazo dando", reza un refrán castellano. Millas dice en su artículo que Obama parece un tipo simpático, que lleva a sus niñas al colegio, que le gusta el cine, la literatura, estar en familia, en fin... Incluso lloró cuando murió su abuela....pero, claro, una parte de su trabajo consistía, y él lo sabía, en que "debía ordenar matar personas".
Mucho daño hace este país al mundo entero aunque nos hacen creer lo contrario. Se va, por fin, Trump y llega Biden, y muchos creerán que ganan los Estados Unidos y que gana el mundo entero; pero ¿qué se esconde detrás de las paredes de la Casa Blanca, qué se gesta, qué alianzas secretas hacen los EE.UU con otros países? ¿Qué nos deparará el futuro? Si es que hay futuro...
La verdad, dicen, nos hace libres.
exposicioneshttp://www.blogger.com/profile/16950638713974518568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-64774198058417897042021-01-13T03:26:00.005-08:002021-01-13T18:57:34.113-08:00Historias de nieve<div style="text-align: justify;"><b><i>Concha Pelayo</i></b></div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;"><div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-OHZdJ-CQc5A/X_7YajJAPmI/AAAAAAABBY4/tHqA4VO1H9AG9UPE_khU1BRqTsIyLc_TgCLcBGAsYHQ/s537/manoli%2B001%2B%25282%2529.jpg" style="clear: right; display: block; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; padding: 1em 0px; text-align: center;"><img alt="" border="0" data-original-height="537" data-original-width="438" height="400" src="https://1.bp.blogspot.com/-OHZdJ-CQc5A/X_7YajJAPmI/AAAAAAABBY4/tHqA4VO1H9AG9UPE_khU1BRqTsIyLc_TgCLcBGAsYHQ/w326-h400/manoli%2B001%2B%25282%2529.jpg" width="326" /></a></div>Hoy, día de copiosas nevadas en todo el país, me encuentro con una fotografía donde está mi querida hermana Manoli con su vestidito de comunión. Está fotografiada junto a la casa donde vivíamos allí en el Salto del Esla, nuestro pueblo. Eran unas casas, todas iguales. Se encontraban distribuidas haciendo calles. Algunas tenían balcones y escaleras, otras no. Se ajustaban al desnivel del terreno. En aquellas casas vivimos nuestros primeros años de infancia con nuestros padres junto a las familias de nuestras amiguitas que, como nosotras, vivían allí.
Más tarde aquellas casas desaparecerían y serían sustituidas por las actuales, preciosas, por cierto. Allí, en nuestro pueblo vivimos situaciones increíbles con la nieve. Recuerdo una parecida a la de ahora, inmensa, tanto, que habían abierto caminos entre el manto blanco con más de un metro de altura. Caminábamos por aquellos túneles de nieve que medían más de dos metros y era algo maravilloso. La nieve siempre es amable, benefactora. Hace bien.
Precisamente, estos días he hablado con mi amiga Maritere Paz, la primera amiga de juegos infantiles y la más entrañable. Aunque han pasado muchos años y vivimos alejadas la una de la otra, de vez en cuando nos recuperamos y retomamos las conversaciones que siempre se dirigen a nuestras andanzas en nuestro pueblo.
Hoy, rodeada de un hermoso paisaje nevado he hablado con mi amiga Maritere y juntas hemos vuelto a recordar aquellos años de infancia en los que fuimos tan felices. Y, cómo no, hemos hablado de mi hermana Manoly, fotografiada con su vestidito blanco de comunión y se me encogía el corazón al recordarla, ahora presa de una de las más terribles enfermedades, el Alzheimer. Sí, hablando hemos recordado muchas cosas. Con Maritere es fácil de pasar a la tristeza a la alegría.
En nuestra conversación salió a relucir la casa de su abuela Domitila llena de rosas y geranios, una gata blanca de angora, hermosísima y aquella perra enorme que la llamaban Loba. Maritere me decía que se acordaba perfectamente de las casas de mis dos abuelas, en Muelas y en Ricobayo, de mis primos y primas. Yo recordé a su madre Teresa, a sus hermanos, también a sus primos y primas. Todos ellos guapísimos, por cierto. Ella se acordaba de mi madre, sentada y cosiendo, mientras todos nosotros, sus hijos y amiguitos nos sentábamos en el suelo oyendo a mi madre con el oído atento y con la boca abierta. Mi madre era una gran narradora dotada de una gran memoria que la conservó hasta su huida final con 95 años.
Y recordamos divertidas las comedias que hacíamos en los gallineros y cobrábamos a los otros niños diez céntimos, o cuando le poníamos películas con una maquinita que nos había regalado mi padre que tenía una pequeña manivela e iban pasando las cintas de las películas, todas de colorines: Blancanieves, La Cenicienta....También les cobrábamos cinco, o diez céntimos. No reímos con ganas recordando estas pequeñas cosas. Y a la vez tan grandes.
En fin, esta nevada me ha devuelto mi infancia, me ha devuelto a mi madre que ya no la tengo y que la extraño mucho, porque siempre me contaba cosas que a ella le contaban y ahora nadie me las cuenta. Todos han ido desapareciendo y siento una especie de orfandad irremediable. La nieve es momento de quietud, de lectura, de recuerdos y de llenar hojas blancas con sueños y quimeras.</div>exposicioneshttp://www.blogger.com/profile/16950638713974518568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-50640964180772758062020-11-12T11:35:00.014-08:002021-01-13T19:04:02.104-08:00Insolidarios<div class="separator" style="clear: both;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-HIlhX2hmcxM/X61vPL0qoKI/AAAAAAABAP4/MQLOEhBuxigV7DR11lh4Al48EUJNApAYACPcBGAsYHg/s4160/IMG_20201110_124321.jpg" style="clear: right; display: block; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em; padding: 1em 0px;"><img alt="" border="0" data-original-height="3120" data-original-width="4160" height="300" src="https://1.bp.blogspot.com/-HIlhX2hmcxM/X61vPL0qoKI/AAAAAAABAP4/MQLOEhBuxigV7DR11lh4Al48EUJNApAYACPcBGAsYHg/w400-h300/IMG_20201110_124321.jpg" width="400" /></a><a href="https://1.bp.blogspot.com/-HIlhX2hmcxM/X61vPL0qoKI/AAAAAAABAP4/MQLOEhBuxigV7DR11lh4Al48EUJNApAYACPcBGAsYHg/s4160/IMG_20201110_124321.jpg" style="display: block; padding: 1em 0px;"><br /></a><div style="text-align: justify;">En estos días raros, pandémicos, muy propios para pasear y reflexionar sobre lo que acontece a nuestro alrededor, pienso sobre la solidaridad y compruebo, que no es cosa baladí, porque el mundo, tal como va, nos demuestra que la solidaridad es un concepto pasado de moda. Al individuo de hoy le irrita oír noticias de esas que hablan de los cientos de personas que huyendo de las atrocidades de sus países se arriesgan a morir ahogados en las costas italianas, griegas o españolas, o les molesta saber que miles de negritos de diferentes países de África se rasgan las carnes saltando vallas y alambradas disuasorias que han sido colocadas por las autoridades de los diferentes países. En España estamos demasiados acostumbrados a esas noticias, ante nuestra impotencia, ante nuestra rabia. Compruebo con horror que hay algunas personas que les molestan esas noticias, que les irrita la visión de esas personas llegando a nuestras costas porque las ven como intrusos, como gentes de mal vivir, como delincuentes, aunque en sus rostros no hay más que miedo, angustia y terror, aunque vean que hay madres que han dejado a sus hijos ahogados en el mar. Escalofríos me dan sólo de pensar en estas escenas y en algunas reacciones de mis compatriotas. No, la solidaridad no está de moda en el mundo actual. Reflexiono sobre todas estas cosas y me escandaliza la postura de los organismos internacionales que no toman cartas en el asunto. Y me pregunto por qué no nos unimos los ciudadanos del mundo saliendo a la calle para exigir a a esas instituciones, de las que se espera orden y coherencia, que medien, porque es urgente, ante quienes dirigen a tantos países que desprecian a sus ciudadanos, que los masacran y matan obligándolos a huir de la peor manera posible. Mirar para otro lado, ignorar lo que está ocurriendo en el mundo, nos hace miserables y culpables.</div></div>exposicioneshttp://www.blogger.com/profile/16950638713974518568noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-67302661629004896792017-09-06T17:20:00.002-07:002017-09-06T17:20:45.802-07:00DUELE<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://3.bp.blogspot.com/-yybQPJoFUYE/WbCI_JAQwGI/AAAAAAAAQiM/tR3-Ympk0a4B3g-QBY9GPXXqEhBc22xLACLcBGAs/s1600/rosa.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1142" data-original-width="1148" height="318" src="https://3.bp.blogspot.com/-yybQPJoFUYE/WbCI_JAQwGI/AAAAAAAAQiM/tR3-Ympk0a4B3g-QBY9GPXXqEhBc22xLACLcBGAs/s320/rosa.jpg" width="320" /></a></div>
Nos hemos levantado muy temprano. La autovía de Braunsweig a Hannover, a esas horas, tiene mucho tráfico. Me habéis acompañado al aeropuerto. Tú, Manoli, mi querida hermana, en seguida te has quedado dormida. Te has despertado dulcemente al parar el coche. Has salido sin dificultad. Todavía en tu rostro la serenidad del sueño. Placidez en tu gesto. Me has sonreído. Todo ha sido muy rápido. Hemos sacado el billete que me devuelve a España y ya nos despedimos pues estoy en la zona donde sólo pueden estar los pasajeros. Te he vuelto a abrazar y no he querido pensar nada. Nada. Os he visto alejaros. Tu marido llevándote de la mano, tú dejándote llevar. Frágil, menuda, insegura; caminando torpemente, con pasitos cortos, ligeramente encorvada. Tu marido tiene que acomodar sus pasos a los tuyos. Lother te cuida, se desvive por ti. Te has convertido en una niña a la que hay que cuidar y proteger constantemente, como a los bebés. La metamorfosis que produce la enfermedad de Alzheimer es...(no hay palabras para definirla, yo no las encuentro) Sólo sé que hiere, que hiere el alma, que te hiere a ti, mi querida hermana, mi adorada hermana.<br />
Habéis desaparecido de mi vista al traspasar la puerta de salida. Y yo me he quedado quieta unos instantes. No he querido pensar nada. Quiero volver a verte más adelante. No sé cómo vas a estar. Ya viví esta tragedia con nuestro padre. Cada semana la decrepitud iba en aumento. Cada vez más desvalido, más vulnerable. Un día estaba sentado en una silla de ruedas. Apenas captaba su atención. Ha vuelto el mazazo a ensañarse contigo. El dolor que siento es infinito, como el tuyo propio. Ese dolor que ha ido transformando tu semblante. Estos días, en tu compañía, he querido llevarte algo de nuestra infancia, de las vivencias que tuvimos juntas en casa de los abuelos. A veces he conseguido que te rieras a carcajadas. Dios mío, comprendías lo que te decía. Hemos contado: uno, dos, tres, diez, quince, treinta, cuarenta....no te has olvidado. Tampoco has olvidado el Padrenuestro. Has escuchado con atención mis poemas. Hemos cantado juntas canciones que dejaron su huella como esa de Leonardo Favio que habla de amor, un amor que duró sólo un verano. Con los primeros compases, con las primeras palabras llorabas y cantabas. Llorábamos las dos. Cuánto hemos llorado juntas estos días dolientes, de gran sufrimiento. Hemos paseado por tu bonito jardín dejándonos acariciar por el sol mientras yo no he parado de hablar para que recordaras ésto y lo otro. Te he dicho que si eras capaz de leer y he abierto un libro pero no has podido. Ahora estás prisionera de una mente ofuscada. Intentas decirme algo pero no puedes y lloras. ¿Estás triste?, te pregunto. Estoy tristísisima respondes y mi dolor se hace más agudo. Hemos bailado. Te gusta la música, las canciones de Julio Iglesias te emocianan y lloras al oírlas. Te emociona el aroma de las rosas, esa rosa que puse en tu mano mientras aspirabas su perfume con los ojos cerrados. Lloras por todo, cuando miras los pececillos rojos del estanque que hay en el jardín, que tú, con tanto amor diseñaste. Saltaban las ranas al oír nuestros pasos y tú decías: míralas, pobrecitas...y llorabas. Se han cerrado los caminos de tu vida. Fin de tu libertad. Mermadas tus capacidades. Tu voluntad inexistente. Todo concluye, todo menos el dolor. Intacta tu capacidad de sufrimiento. Tu infinito dolor. El mío.<br />
<br />exposicioneshttp://www.blogger.com/profile/16950638713974518568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-23190037242421592362015-11-19T17:10:00.000-08:002015-11-19T17:10:19.404-08:0040 años de la muerte de FrancoHoy se cumplen cuarenta años de la muerte de Franco. Algunas emisoras de radio instan a sus oyentes para que digan lo que hacían en los momentos en que se enteraron del acontecimiento.<br />
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Yo acababa de estrenar casa. Hacía algunos meses que había vuelto a Zamora desde Barbastro, en Huesca, para ocupar una plaza que había solicitado pues tenía muchas ganas de volver a mi tierra tras ocho años de permanencia en aquella localidad pirenaica. Cuando oposité a Campsa, aquella extinta y legendaria Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos, S.A., para ocupar mi primer y único trabajo durante treinta años, me destinaron allende de mis fronteras territoriales comunitarios. A Barbastro. Unos ochocientos kilómetros me separaban de mi familia, de la casa de mis padres, de mis amigos, de todo lo que había sido mi vida hasta entonces.<br />
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Acababa, como digo, de estrenar casa y había recibido mi mobiliario ese mismo día. Mi compañía era muy generosa y cuando se producía el traslado a otro lugar de cualquiera de los empleados, la compañía se hacía cargo de todos los gastos, incluso de cargar los muebles en el camión y llevarlos allá donde fuere. Y fue el 20 de noviembre de 1.975 cuando llegó el camión a mi destino, a Zamora, coincidiendo con la muerte de Franco.<br />
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Era ya de noche y mis muebles estaban distribuidos por aquí y por allá sin orden ni control. La televisión todavía en el suelo, encendida, y yo, tras la noticia de la muerte de Franco me hallaba sentada en el suelo frente a la pantalla mientras veía en el Palacio Real al Caudillo en su caja de muerto y a cientos de españoles que pasaban ante él. La mayoría lloraban conmocionados. Y yo, por pura inercia, también. Lloraba sin saber exactamente porqué. Al fin y al cabo yo había nacido siendo Franco el Jefe del Estado Español, siendo mi padre franquista hasta el tuétano y, además, viéndolo en alguna ocasión cuando vino a mi pueblo, Los Saltos del Esla, a inaugurar yo no sé qué. Franco para mí, entonces, era como de la familia, porque en mi casa se le respetaba y nunca jamás oí hablar mal de él. No olvidemos que mi padre era del régimen. Bueno, como casi todo el mundo. Con el paso de los años, me doy cuenta de que, entonces, ¿quién no era del Régimen...? Viví en una dictadura y a mí me pasó desapercibida. Y no sé si aquello fue bueno o malo, porque después he oído numerosas historias de gentes que sufrieron realmente la dictadura y, francamente, no son dignos de envidiarlos. Cuentan cosas terribles de lo que pasaron en la guerra civil, de las persecuciones, de los asesinatos entre hermanos, de la crueldad. Como ocurre en tantos otros lugares de los que tenemos noticias día a día. Pero yo, he de confesarlo, no pasé por nada de aquello como tampoco ningún miembro de mi familia, por tanto, no se generó en mi interior ningún odio hacia el Dictador. Tal vez lo hubiera merecido, pero no puedo decir lo que no siento.<br />
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Hoy,. 20 de noviembre, cuarenta años después, vivimos la muerte de Franco como algo muy lejano, como si a nadie le importara. Y es que no le importa a nadie. Precisamente, no hace ni un mes que visité por primera vez el Valle de los Caídos, ese lugar casi exótico donde se yergue un inmensa cruz de piedra, de no sé cuantos metros que se ve a no sé cuántos kilómetros a la redonda. Allí, en el interior de la espectacular basílica franquista, reposan los restos de Franco frente a José Antonio Primo de Rivera, otro personaje de leyenda que, a buen seguro, los jóvenes de hoy ni han oído hablar de él. Ay que ver, cuántos acontecimientos he vivido en mi ya dilatada historia. Y los que, barrunto, me tocará vivir si Dios me concede vida.<br />
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Hoy, cuarenta años después, el mundo se estremece ante la ola de terror que los radicales musulmanes protagonizan. Hoy, los analistas políticos del mundo reflexionan sobre las causas de los atentados de Francia, de Londres, de Madrid, de......atentados que nos deberían hacer reaccionar y abrir los ojos y estar atentos a lo que acontece. Abrir los ojos y ver con nuestra propia mirada. Oír y escuchar con nuestro propio oído. No dejemos que nadie nos pongan vendas en los ojos y nos taponen los oídos. No nos dejemos manipular por intereses gubernamentales y armamentísticos que buscan siempre sacar beneficios de las guerras. Tenemos que estar muy atentos y no enzarzarnos en discusiones estúpidas que minan nuestra razón.<br />
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Hoy es 20 de noviembre y todos temblamos.<br />
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<br />exposicioneshttp://www.blogger.com/profile/16950638713974518568noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-71249576314360465922014-10-05T16:42:00.001-07:002014-10-11T18:37:22.361-07:00CINCO DE OCTUBRE<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-8FMGXIlfR5c/VDHPXdXK0cI/AAAAAAAAAQ8/Ei0G4aa5y3s/s1600/puentes.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://2.bp.blogspot.com/-8FMGXIlfR5c/VDHPXdXK0cI/AAAAAAAAAQ8/Ei0G4aa5y3s/s1600/puentes.jpg" height="300" width="400" /></a></div>
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Ha pasado el cinco de octubre y he estado a punto de no recordar fecha tan señalada. Hoy, padre, hubieras cumplido años, creo que 97. Y ha coincidido este día con la fiesta del Ofertorio de tu pueblo, una fiesta entrañable para ti y que nunca te perdías. Yo también recuerdo algunos de aquellos ofertorios cuando niña, junto a ti, al lado de la Iglesia y del cementerio donde había acudido a algún entierro, cuando la muerte era cosa de otros, de viejos, de enfermos. Hoy, a esa señora armada con guadaña, la siento cercana, como un familiar lejano pero persistente. Padre, hoy ha sido tu cumpleaños pero hace mucho tiempo que te fuiste de nuestra vida, te evaporaste como el humo se escapa por la chimenea. Pero siempre queda el recuerdo, los momentos, los instantes que una y otra vez me llevan a ti. Hoy, padre, día de tu cumpleaños, lamento decírtelo, pero no me acordaba de este día y eso que estuve en nuestro pueblo. Pasé cerca aunque no me detuve porque tampoco recordaba que era el Ofertorio, esa fiesta de ofrendas colgadas en una sábana blanca de la que penden roscas, pimientos, tomates, licores, perfumes, flores. Todo se muestra descarado y colorista, como un bodegón de otoño sobre la fachada de piedra de la iglesia. Pero tú ya no estás allí, mirando con tu blanca sonrisa el magnífico ramo, tú, ahora, estás al lado, en el cementerio, allí junto a tus padres, junto a tu hermano, junto a mi primo. Todos estáis allí ya. Juntos para siempre. Recuerdo a mi tía María, la madre de mi primo el día de su entierro. Recuerdo a mi tía llorando desgarrada en el momento del descendimiento del adorado hijo muerto dentro de la caja, diciéndole: -como si le oyera- "ay hijo, que bien acompañado vas a estar". Y sus voces estremecían a las silenciosas gentes.</div>
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Ves padre, todo son recuerdos. Esta tarde mismo, he ido con mi madre y con mi hermano hasta este lugar de la fotografía. Un puente sobre el río Esla que yo no conocía nada más que por una fotografía tuya que le hiciste hace muchos, muchos años. La tuya es en blanco y negro porque entonces no existían las cámaras de color. Pero mi foto es igual que la tuya. Y me he emocionado padre. Allí hemos permanecido un buen rato, en silencio. Mi hermano en la orilla, esperando que algún pez se decidiera a picar el anzuelo. Mi madre sentada en una silla, en silencio, y yo caminando despacio junto al agua. Todo era calma y armonía. No se oían ruidos de coches, ni de aves. Ni rastro de vida. Por un momento pensé en el Mar Muerto. Fueron unos instantes mágicos. Tuve la sensación de meterme dentro de mi misma y escrutar lo más recóndito de mi sentir.</div>
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Mientras miraba el puente, cuya estructura me recuerda a las aves zancudas, recordaba tu valiosa colección de fotos que nos dejaste en blanco y negro. Allí los puentes sobre el río, los lugares que iban a ser anegados por las aguas, las sencillas gentes que no habían visto nunca una cámara. Hombres, mujeres, niños, grupos, todos en blanco y negro porque la España de entonces era así, a veces blanca y a veces negra. Hoy todo es en tecnicolor. Hoy todo es incierto e inseguro. Hoy siento nostalgia por aquella España de mi infancia, cuando todo estaba por venir, cuando mi vida se reducía a alguien que vivía en un gigante útero protegida por el amor.</div>
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Felicidades padre.</div>
exposicioneshttp://www.blogger.com/profile/16950638713974518568noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-20680084522537285692014-08-31T16:41:00.002-07:002014-09-06T13:01:14.133-07:00CARTA A MANOLY<div style="text-align: justify;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-I0kAEEwDi-M/VAOygZoCGAI/AAAAAAAAAM4/0LuN4Yr4EZA/s1600/manoli%2By%2Bheidrum.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="http://4.bp.blogspot.com/-I0kAEEwDi-M/VAOygZoCGAI/AAAAAAAAAM4/0LuN4Yr4EZA/s1600/manoli%2By%2Bheidrum.jpg" height="320" width="240" /></a>Mi querida hermana Manoly: Han pasado muchos años, más de cuarenta, cuando me dijiste que si algún día te pasaba algo que yo cuidara de tu niña pequeñita. Hiciste que te lo prometiera y te lo prometí. Pasaron los años y tu niña es ya una mujer que acaba de contraer matrimonio. Ya no hay que preocuparse por ella, además, ya tiene marido, un compañero que sabrá cuidarla y protegerla y tendrá compañía siempre, si las cosas van bien en su matrimonio. Ya ves, ahora eres tú la que empiezas a necesitar de ella porque has tenido la mala suerte de heredar la enfermedad de nuestro padre; Alzheimer. Cuando nos dijeron lo que tenía, apenas sabíamos nada de ese terrible mal. Lo fuimos sabiendo día a día, poco a poco. Nuestro padre era un hombre serio, coherente, educado, amable, culto, preocupado de sus hijos, correcto, íntegro en su trabajo y, de pronto, comenzó a tener rarezas. Se hizo maniático y empezó a hacer comentarios sobre personas de nuestro entorno que nunca había hecho. Nos sorprendían aquellas reacciones. Comenzó a tener dificultades con el lenguaje, incluso con la escritura. Él escribía muy bien y se preocupaba de que nosotros lo hiciéramos también sin faltas de ortografía. Nos decía que utilizáramos el diccionario, que lo tuviéramos siempre a mano. Recuerdo que un día fue a verme a mi oficina. Llegó por sorpresa, despeinado y sin afeitar. Me sorprendió mucho, tanto su aspecto como aquella visita intempestiva en horas de mi trabajo. Llevaba una carta manuscrita en la mano que intentaba dirigir a su hermano cura, nuestro tío Luís. Me la mostró para que la viera. Cuando miré el papel me quedé estupefacta. Los renglones aparecían torcidos y casi todas las palabras iban mutiladas; les faltaba alguna sílaba, por delante o por detrás. Un nudo apareció en mi garganta. Tal vez aquél fue el instante en que yo supe lo que era el Alzheimer. Lloré mucho. Le acompañé a casa. Le ayudé a terminar la carta y la eché al buzón. También, cuando leía el periódico, a veces lo tenía al revés, intentaba leer pero las hojas del periódico se le resistían y no sabía en qué posición colocarlo. Poco a poco su decrepitud iba en aumento. A veces se le caía un cigarrillo al suelo y le decía: papá, se te ha caído el cigarrillo y él miraba hacia arriba sin discernir si tenía que buscarlo en el suelo o en el cielo. Era terrible mi querida Manoy. Horroroso.</div>
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Mi querida hermana. Desde hace tres años tú también has empezado a tener dificultades. Ya no puedes conducir tu coche porque un día, según me dijiste, te encontrabas en la ciudad y de pronto te diste cuenta de que no sabías dónde estabas ni lo que hacías allí. No conozco más detalles pero imagino que a partir de entonces abandonaste la conducción. Se te ha olvidado jugar a las cartas. Te gustaban tanto... Eras una experta barajando. Me alucinabas cuando te veía barajar con aquella destreza: como en las películas que yo había visto alguna vez. Tus manos eran muy hábiles y a gran velocidad, las cartas, una a una, iban interponiéndose en un barajeo perfecto. Eras viva, locuaz, dispuesta, decía siempre nuestra madre: da gusto con Manoly, siempre tan dispuesta, tan activa, siempre ideando cosas para hacer. Cocinabas a la perfección, tanto sofisticados platos como exquisitos postres. Eras perfecta y yo, de pequeña, te lo confieso, te tenía mucha envidia porque me parecía que eras más querida y admirada que yo. Yo, a tu lado era un desastre.</div>
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Mi querida Manoly. Acabo de regresar de la boda de tu hija, de Alemania donde vives y nos hemos dado cuenta de que el Alzheimer ha empezado a hacer de tu persona su presa. Has perdido aquella luz que tenías en tu mirada, dialogas pero no como antes. No preguntas por casi nada y la conversación languidece. No sé qué sientes, no sé qué pasa por tu cabeza, no sé si te das cuenta. Seguro que sí porque estás empezando el declive y debe ser horroroso. Un día recuerdo que nuestro padre me dijo, cuando la enfermedad casi lo dominaba que "como se podía estar vivo estando muerto". Fíjate que frase.</div>
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Sabes Manoy, he llorado mucho estos días, he sentido también cierta alegría cuando hemos bailado juntas y sonreías y llevabas el ritmo perfectamente. Quiero pensar que lo tuyo va a ser más leve que lo de nuestro padre, tal vez tú puedas retrasar esa decadencia celular incontrolable. Tal vez tus neuronas se frenen y te permitan vivir muchos años con calidad de vida.</div>
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Me traje de tu casa una bonita fotografía donde estás con tu amiga Hadrum, tú haces el pino sujentando con las manos tu bello cuerpo, torneado, atlético, mientras tu amiga te mira con la boca abierta. Siempre has sido deportista y ello ha contribuido a mantenerte bella, fuerte, vigorosa. No sabemos hasta cuándo. Sabes una cosa? desde que he regresado de Alemania busco en youtube la canción que nos pusiste el otro día en tu casa "fuiste mía un verano", de Leonardo Favio. Colocaste el cd en el reproductor de música y la cantabas mientras bailabas. Me emocionaste. Te la sabes de memoria. Tu amiga me preguntó que si cuando nos hablabas a tu familia española te entendíamos. Sí, le dije. Imagino que, al ser tu primera lengua la española, la primera que aprendiste la recuerdas con mayor nitidez, mientras que el alemán, tu lengua de adopción se ta ha empezado a resistir y tal vez sea algo menos coherente. No lo sé, esto es mera suposición porque el Alzheimer se empeña en destruir lo que ocurre de reciente en la mente mientras lo del pasado está presente. Qué complejo es nuestro cerebro y qué poquito se ha avanzado al respecto.</div>
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Ojalá que cuando nos volvamos a ver, que sea pronto, podamos volver a bailar, pasear, cantar alguna canción que recuerdes y que sigas poniéndote guapa. Ojalá.</div>
exposicioneshttp://www.blogger.com/profile/16950638713974518568noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-28217899768478066382014-08-19T18:32:00.003-07:002014-08-29T09:24:25.117-07:00La boda<div style="text-align: justify;">
Mañana viajo a Madrid porque, de madrugada, vuelo rumbo a Alemania para asistir a la boda de mi sobrina Melanie. Iremos juntos, en el mismo vuelo, mi hija y yo, mi hermana y dos de sus hijos. Al día siguiente lo harán el tercer hijo de mi hermana y su novia, además de mi hermana menor, su hija y su pareja. Allí nos reuniremos todos, los que vamos de España y los que ya están allí. Se casa la hija de mi hermana, la que me sigue en edad y que ha heredado la terrible enfermedad que aniquiló a mi padre: Alzheimer. Ya ha sido diagnosticada y ella lo sabe y lo asume con naturalidad y simpleza. Y nosotros lo asumimos con inmensa tristeza porque sabemos las horas de angustia, de tristeza, de impotencia que minan a la persona que sufre la enfermedad. Lo vivimos muy intensamente los años que mi padre la sufrió hasta su muerte. Mi hermana, todavía coherente, sufre de olvidos soberanos, despistes que delatan su estado. Ha dejado de jugar a las cartas, ha dejado de conducir su automóvil, ya no puede venir a España sola como lo hacía hasta no hace mucho para pasar unos días en familia. Cuando hablamos por teléfono, la conversación se hace leve, breves frases de cortesía para intentar dejar la conversación porque no quiere seguirla. Porque no sabe, tal vez.</div>
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El descubrimiento de su enfermedad nos ha dejado a todos muy tocados. Paralizados. No podemos olvidar los últimos años de mi padre cuando nos decía que "como se puede vivir habiendo muerto". Mi madre no nos acompaña porque ya no se siente con fuerzas. Los años y el cáncer la van minando poco a poco. La han minado tanto que ha perdido las ganas de vivir. Todo lo que le hacía ilusión hasta hace muy poco ha desaparecido. Me dice que qué hace ella aquí. Que querría acostarse y no levantarse. Hace unos días una mosca insistía en picarle una y otra vez. Ella decía que es porque le huele a muerto. Mi madre siente también mucha pena por mi hermana. Cómo no.</div>
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Mi sobrina también ha perdido a su padre recientemente. Murió de repente en Mallorca hace dos meses, de infarto, cuando había concluido las vacaciones y ya regresaba a Alemania. Habían estado distanciados varios años por la separación de sus padres pero últimamente tenían una relación muy estrecha y su padre le decía que en su boda, iba a ser su padrino, bailaría con todas las españolas (con todas sus tías). Mi hermana me contó que estuvo llorando sin parar durante varios días. Pero se ha ido reponiendo y el otro día me pidió que llevara cedés de flamenco porque quiere que baile. Sabe que me gusta mucho el flamenco y que bailo con cierto aire. No tengo técnica ni distingo una seguididlla de un fandango pero tengo ritmo y lo siento. Mi sobrina se acuerda de una vez que estuvimos en Alemania en un cumpleaños y yo bailé mucho y quiere que vuelva a bailar. La verdad es que no tengo el cuerpo de jota ni el ánimo de baile pero he pedido a un amigo que me buscara algo especial. Veremos cómo marchan las cosas.</div>
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Vamos de boda. y mi madre se queda en España, sola, no quiere quedarse en su nueva casa pese a que muy cerca está su hermana, una anciana de 92 años que ahora está con sus hijas, mis primas, y la cuidarían también a ella. Pero ayer regresamos las dos a la ciudad. La tristeza se ha instalado en su corazón y me temo que no va a abandonarla. Y la tristeza también me roza a mí y ronda mis pasos.<br />
<a name='more'></a></div>
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<a href="http://2.bp.blogspot.com/-HKaacwAJb2c/U_KNxfvjZxI/AAAAAAAAAJ0/k7d6yyxvLMQ/s1600/DSC07767.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="http://2.bp.blogspot.com/-HKaacwAJb2c/U_KNxfvjZxI/AAAAAAAAAJ0/k7d6yyxvLMQ/s1600/DSC07767.JPG" height="240" width="320" /></a></div>
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A veces me siento así: crucificada, atada de pies y manos, sin posibilidad de movimiento. Otras veces ocurre todo lo contrario: de mi cuerpo brotan alas, alas de colores de las más exóticas aves y me siento liviana, frágil, sin peso específico que me ate a la tierra. Es entonces cuando yo soy yo y mi circunstancia. Es entonces cuando la vida a mi alrededor me facilita atrapar el aire que me rodea, respirar hondo y percibir que me lleno de pétalos de multicolores flores. Flores que cubren mi cuerpo y perfuman mi piel. Y así vuelvo a ser niña, aquella niña que no tenía cuerpo porque no lo sentía, no le pesaba y todo era bello.</div>
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He estado unos días en mis lugares de infancia, recorriendo los caminos pedregosos bordeados de zarzales que me iban ofreciendo su fruto dulzón y evocador. A cada paso me he detenido en un zarzal y me he dejado embriagar por el sabor de las moras. He cerrado los ojos y retrocedido en el tiempo. Oh milagro, he sentido la misma sensación, el mismo candor e inocencia. Me he detenido en esos pequeños hormigueros y he visto la laboriosidad de las hormigas. Me fascinan esos montones de pequeños foleos que antes cubrieron el grano de trigo. Las hormigas se cruzan. Van y vienen, cada una a lo suyo y consiguen dejar extasiada mi mirada. Sigo mi deambular mientras percibo el aroma a tomillo, a jara, a verano, a tierra seca y polvorienta, misteriosa. Aparecen formas pétreas que me hacen soñar. Tortugas gigantes en procesión. Rocas a las que se ha dado un tajo longitudinal y allí permanecen a través del tiempo. Los terremotos labraron este paisaje de mi infancia pero también la mano del hombre primitivo dejó sus huellas. Mi cabeza se ha liberado de ataduras, de convencionalismos sociales y mi corporeidad se ha escapado de mi misma. Camina a mi lado para no abandonarme pero sin molestarme. Sólo siento lo que no se siente y siento que estoy en el lugar deseado porque éste es el sitio donde confluyen todos los caminos iniciados. Aquí se mitiga el ansia y se llega a término, como ese tren que pita ante la próxima estación y se para. Misión cumplida.</div>
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He estado unos días en el lugar donde las noches son estrellas que me miran y protegen, que velan mis sueños mientras los grillos rompen el silencio de la noche con su sinfonía inconfundible. Es como si aquellos grillos que yo oía de niña no hubieran muerto y siguieran cantando día tras día, año tras año, para siempre, para que yo los oiga. Esta tierra es así: firme, serena, compacta, luminosa, acogedora, liviana. Esta tierra proporciona un aire limpio, tanto que las llagas del alma van desapareciendo lentamente, como desaparecen las marcas de las heridas por el tiempo y la piel se vuelve otra vez blanca y luminosa.</div>
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He dejado que mi cuerpo se sumerja desnudo en la placidez de estas aguas tranquilas, suaves, finas, reparadoras, y he notado un inmenso bienestar a nada comparable. Y cuando esto ocurría, el sol se aliaba a mi piel para calentarla y secarla mientras me dejaba acariciar sin oponerme. Así han transcurridos unas jornadas que se me antojan ya contadas, como contados son los días, como contado es el tiempo que me separa de mi tiempo.</div>
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Hoy he suspendido esta tregua y he vuelto a poner en guardia mis fibras más sensibles. Hoy he suspendido bruscamente este abrazo incondicional que me proporciona la naturaleza. Y es que yo quiero volver a la tierra, hacerme agua o liquen para que nadie turbe mi placidez.</div>
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El camino siempre se bifurca y nunca se sabe a ciencia cierta, cuál es el que conviene.<br />
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exposicioneshttp://www.blogger.com/profile/16950638713974518568noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-81261413366817321782013-11-01T20:40:00.002-07:002014-08-29T09:22:11.954-07:00Todo es posible en el Día de los Santos<div style="text-align: justify;">
La calle está solitaria cuando anochece. Los edificios de viviendas se hallan separados por jardines vallados. Es una calle residencial donde no hay ningún establecimiento. Los coches aparcados a uno y otro lado de la calzada. Algunos contenedores de vidrio, cartón y materia orgánica ocupan espacios entre los coches. La soledad de la calle permite a algunos mendigos rebuscar entre lo que se tira, por eso siempre aparecen esparcidos en el suelo, zapatos, ropas, secadores rotos, alguna plancha, comida. Al caminar por la acera casi tropiezo con un montón de libros esparcidos por el suelo. Me detengo sorprendida a mirarlos y observo que todos ellos son alemanes. Me pregunto a quién habrán sobrado esos libros para que los arrojen así con tanto desprecio. Parecen nuevos. Seguí mi camino entre sorprendida e irritada por semejante atentado contra la cultura. No quise hacerme demasiadas preguntas ante el hecho por tanto dejé abiertas todas las posibilidades. Mis pasos, por fin, me llevan al Puente de Segovia. Se ha iluminado la Catedral de la Almudena al otro lado del Río Manzanares y los chorros de agua de las fuentes que han instalado tras la reciente remodelación me dejan entrever la iluminación del otro lado de la ciudad. He abandonado la soledad de la calle y me tropiezo con gente que va y viene, los coches en ambas direcciones. Poco tiempo después me encuentro frente al Palacio Real, atravieso la Plaza de Isabel II y comienzo a caminar por la calle Arenal donde el bullicio a mi alrededor me saca de mi ensimismamiento. La voz de un tenor y la música de violines me aproximan a un numeroso grupo de personas que escuchan extasiadas. Me detengo junto al grupo mientras escucho con atención. Las monedas y algunos billetes iban cayendo a una de las cajas, abierta, al efecto. Allí permanecí un buen rato disfrutando del bello y espontáneo concierto. Un poco más adelante un ilusionista jugaba a esconder un reloj en el bolsillo del pantalón de un niño para, al momento, decirle que lo buscara en el bolso de una señora. Y sigue mi distraido deambular hasta tropezarme con una joven solista que, con su violín, interpretaba Las Estaciones de Vivaldi. Cuánto talento desperdiciado -me dije- y cuánta dignidad en estas personas que se ganan la vida como pueden, en medio de las calles más concurridas porque saben que siempre encuentran espectadores que contribuyen a su supervivencia. Los aplausos también premiaron el buen hacer de la violinista. Por fin en el corazón de Madrid, en la Puerta del Sol, que se me muestra como un circo con varias pistas que hacen que no se sepa dónde mirar, tantos estímulos, tantos atractivos, tanta vida alrededor. Abundan las figuras humanas vestidos de púrpura imitando a algún dios griego, un Don Quijote escuálido que pugna por caerse de su Rocinante, un pobre diablo metido en un esperpéntico coche de bebé llorando a grito pelado para llamar la atención, vendedores de juguetes luminosos que llaman la atención de los niños, un hombre de mediana edad, bien trajeado y con una Biblia en la mano insta a los viandantes a que piensen que hay otra vida que le traerá la felicidad, un joven descarado enfrentándose a varios policías que tratan de calmarlo y decirle que se aleje de allí. Aunque lo merecía no lo detuvieron pues hubo momentos en que golpeó a algunode ellos. La gente miraba curiosa sin aproximarse demasiado. Yo también me alejé. Llamó mi atención otro corro de personas que miraban silenciosas. Dos personas negras se arrodillaban en el suelo mientras otros dos hombres detrás de ellos levantaban unas porras simulando el castigo. Se trataba de apoyar a los inmigrantes y rechazar la xenofobia. Mientras todo esto ocurría en el centro de Madrid, miles de jóvenes celebran la fiesta del disfraz terrorífico, las caras pintadas de rojo simulando sangre, brujas con sombreros picudos, máscaras monstruosas para asustar. Mientras todo esto ocurría Madrid también recordaba a las cinco jóvenes que hace un año murieron aplastadas en una macrofiesta sin control, sin que hasta la fecha los responsables hayan sido castigados.</div>
Anonymousnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-42154105791851765822013-10-03T19:42:00.002-07:002013-10-03T21:50:42.535-07:00ECUADOR<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-96XSZeTeW_8/Uk5HbomahqI/AAAAAAAAZww/QyyT6u4CE-8/s1600/DSC00596.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="225" src="http://2.bp.blogspot.com/-96XSZeTeW_8/Uk5HbomahqI/AAAAAAAAZww/QyyT6u4CE-8/s400/DSC00596.JPG" width="400" /></a></div>
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Por fin ya estoy en mi casa. Regresé a España tras mi estancia en Ecuador, un país que intuyo fértil, salvaje, natural y sublime, un país que me hubiera llenado, no sólo la mirada sino también el alma y sin embargo he vuelto vacía, estéril porque mi estancia en Ecuador se ha reducido solamente a Guayaquil y a una zona de playas maravillosas donde parece que ni siquiera el hombre, el hombre civilizado, haya puesto allá sus pies. Todo era mar y arena, conchas hermosas, conchas que la madre naturaleza quiso grabarlas con una estrella como si hubiera sido hecha por el mejor, por el más delicado de los artistas. Pero las conchas son así, con su estrella y sus agujeritos para que una se las lleve con la ilusión de hacerse un colgante. Recogí de la arena de la playa unas cuantas pero la mayoría se rompieron. Conseguí traer conmigo, como si de un tesoro se tratara -es un tesoro- ocho de estas conchas. Han viajado conmigo desde Guayaquil hasta Cali, soportando la inspección policial, incluso quise mostrárselas a un policía que las miró sorprendido, ni él las conocía. De Cali a Madrid, diez horas más de vuelo y otras dos horas de tren hasta Zamora. Y aquí tengo mis tesoros para construir algo hermoso. Quiero colocarlas sobre una tabla de madera y unirlas una a una por un sedal para que cuelguen, para que al mirarlas, reciba la brisa del Pacífico, ese Pacífico que consiguió serenarme, que me permitió que mis pies se acariciaran con las arenas de sus playas, ese Pacífico cálido, ese Pacífico que, en la noche, guió mi paseo bajo la luna hermosa reflejada en sus aguas mientras la conversación fluía sin sentir.
He permanecido casi todo el tiempo en la ciudad de Guayaquil, una ciudad de mil caras, de cien mil sensaciones, una ciudad de contrastes donde conviven las nuevas y modernas infraestructuras con periferias marginales, con gentes en su mayoría mostrando un decidido mestizaje. Una ciudad aparentemente ordenada y limpia donde apenas se fuma. No fuma la gente. Me dijeron que la campaña antitabaco había sido muy fuerte y que consiguió convencer a la población, una población generosa y celosa de su ciudad que ha conseguido una transformación llamativa gracias a que sus impuestos, por pura voluntad, han ido a parar a su ciudad. El alcalde, hace diez años les dio a elegir si querían que sus impuestos fueran al estado o a la ciudad y optaron por esto último. El resultado a la vista. Lo que antes fue un estercolero por donde campaban las ratas y el olor a pescado podrido mareaba hasta el desmayo, lo que antes fuera prostíbulo hoy es lugar de paz, de ocio, de cultura, de espectáculos, de encuentro y comunicación, de orgullo. De orgullo sí. El Malecón de Guayaquil es todo un espectáculo que se extiende a lo largo de dos kilómetros y medio luciendo en altivas estatuas a todos los presidentes desde que se fundó la ciudad. Desde el Malecón, a un lado el río Guayas, hermoso y cimbreante, al otro los modernos edificios que compiten en elegancia y armonía. Al fondo, el famoso cerro de Santa Ana plagado de casitas de colores que se muestran como mosaico multicolor. Otro logro de su alcalde. Un lugar turístico de gran atractivo al que se accede a través de cuatrocientos y pico de escalones perfectamente empedrados y divididos por una baranda de hierro, a ambos lados las casitas de madera rehabilitadas, pintadas, decoradas con gusto. Van apareciendo las cafeterías, los restaurantes, las tiendas de artesanía, las galerías de arte. El arte en Guayaquil es una constante, como es una constante la actividad cultural. Se suceden los conciertos a diaro, los cuentacuentos. Hasta Guayaquil llegan artistas de lejanas tierras para satisfación de los guayaquileños. Por suerte vi a Luís Eduardo Aute. Su esposa estudió conmigo en Madrid hace ya muchos años. Yo sabía que permanecían juntos pero lo que no sabía es que su esposa es de Guayaquil. El propio Aute dijo que había encontrado una ciudad bellísima que nada recordaba a la que él dejó hacía ya varios años. Aute me emocionó con su pose y actitud de poeta y filosófo. Nos habló de sus nuevas canciones y de lo que le había sugerido cada una de ellas. Aute es poco grato a los gobiernos españoles porque es crítico con el Poder, con la injusticia, con la corrupción. Nos contó la historia de una nueva canción que compuso en Atenas, poco antes de las revueltas.Él estaba en casa de un amigo en una hermosa terraza, cenando frente al monte Licabeto (yo lo visualizaba mientras tanto) había gatos alrededor (en Grecia hay muchos) y cantaba cantaba.
Junto a mi hotel, la hermosa catedral neogótica, pegadas pared con pared. Desde el recinto del jardín donde está la piscina, una iguana gigante la preside y entra la frondosa vegetación que recorre la fachada de la catedral permite ver las agujas góticas y una vidriera que me mira con su mirada de colores. A pocos metros el parque de las iguanas. Cientos de iguanas reposan sobre el césped, reptando por los troncos de los árboles, amontonadas unas sobre otras mientras las palomas corretean junto a ellas, picotean y muestran una grata pacífica convivencia. Me dijeron que no salen del recinto del parque porque el ruido de los coches las asusta. Por la noche todas se esconden en las ramas de los árboles. El suelo limpio. Las iguanas se han recogido para dormir.
Guayaquil se ha metido dentro de mí pero se me ha escapado la Amazonía, se me ha escapado Quito, Las Galápagos, Cuenca, Baños, Manta, la sierra, la montaña, se me escapado ese mundo fascinante vírgen, ajeno a la civilización, feliz por estar feliz de lo que es, de lo que tiene, de lo que significa. Será para el año que viene. Si Dios quiere. </div>
Anonymousnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-22823874666881708722013-08-12T17:18:00.002-07:002013-09-16T12:48:53.200-07:00El aroma<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-m4YvZ20t2Rc/Uglxd9yaadI/AAAAAAAADQU/lL-s9Nr9cxg/s1600/DSC_0938.JPG" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" src="http://2.bp.blogspot.com/-m4YvZ20t2Rc/Uglxd9yaadI/AAAAAAAADQU/lL-s9Nr9cxg/s320/DSC_0938.JPG" /></a></div>
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Hoy he vuelto a nuestra casa quemada, a nuestro jardín que ya no lo es. La hierba se ha secado, los árboles muestran hojas renegridas y retorcidas. La parra ha crecido victoriosa y se entromete por aquí y por allá. Cuelgan las uvas, que no comeremos, en racimos que tocan el suelo. Para llegar a la casa quemada hay que pasar levantando las ramas haciendo un arco para poder llegar al hueco de la puerta. Todo permanece igual que aquél infausto nueve de marzo, día maldito en que el fuego arrasador nos dejó sin nuestro refugio de verano, sin aquella sensación placentera bajo los pies al caminar sobre la tarima de madera, sin el crepitar de las llamas sobre la chimenea, sin el ruido de cacharros en la cocina mientras se preparaba el desayuno. Todo sigue igual, desoladoramente igual. Y pese a esa desolación mi madre quiere ir, quiere regar los árboles. Curiosamente permanecen imperturbables los cuatro troncos cortados que yo pinté de vivos colores a los que puse el nombre de cada hermana. Allí siguen esos cuatro tótems risueños, mirándome agradecidos por haberles dado vida. Aguantan inmutables las inclemencias del tiempo: las lluvias y el viento, el sol abrasador, la indiferencia absoluta del jardín que ya no lo es.
Mis pasos me llevan al interior de la casa ya sin techo, el cielo raso de tejado, las ventanas sin marcos ni cristales se burlan de mí. Las paredes descarnadas se desnudan sin pudor mostrándome el adobe de la parte superior, la escalera de granito sin barandilla muestra, como diente de vieja, su único barrote ennegrecido. ¿Qué somos,me pregunto, quién soy yo ahora, despojada de una parte de mi propia esencia? La casa era el lugar donde mis hermanas y yo discutíamos, reíamos, nos encelábamos porque mi madre parece que quería más a una o a otra. Sufríamos sí, pero compartíamos. La casa era como el claustro materno, útero sublime en el que nos sumergíamos cada verano. Le he dicho a mi madre que no me haga ir allí, que no quiero ver lo que veo, que no quiero sentir más lo que siento.
Esta tarde hemos estado otra vez con mi madre. Otra vez juntas, pero no en nuestra casa quemada, sino en el pueblo de mi madre, a unos dos kilómetros de distancia donde estaba nuestra casa. Hemos ido a ver la casita que le están haciendo a mi madre, un proyecto aparcado desde hacía varios años y que parece que esperaba a que algo terrible ocurriera para que tomara cuerpo. Mi madre nos sorprende cada día, nos insufla su fuerza y su ilusión. Mi madre va a hacer 90 años en marzo pero quiere disfrutar de su nueva casa. Ha hecho que le coloquen un poyo de piedra junto a la puerta, en la calle para poder charlar con las vecinas. La casa es como una sinagoga, porque hace algunos meses pude conocer una en Baeza, en la Provincia de Jaén y para acceder a ella había que introducirse a través de otras casas y, oh milagro, la singular sinagoga. Para llegar a la casita hay que acceder a través de unas paredes de piedra que conducen a la casa/sinagoga. Mi madre ha conseguido contagiarme su entusiasmo, entusiasmo que tiene fecha de caducidad porque la vida también tiene fecha de caducidad y ya no vivirá mucho más. Pura lógica. La suerte de mi madre es que se irá haciéndonos, todavía, mucha falta. Mamá, le dije no hace mucho: tienes la suerte de que no eres un estorbo, de que nadie quiere que te vayas.
Nos iremos a bañar a la playa todos los días, bajaremos andando con un pareo y muchos días comeremos en el bar, dice-. El día 15, día de la fiesta la acompañaré a misa para ver si soy capaz de oler los mismos aromas, sentir la misma brisa caliente mientras nos aproximamos a la iglesia, A ver si soy capaz de volver a sentir mi infancia y adolescencia dentro de mi pecho.</div>
Anonymousnoreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-76684487937440122062013-07-31T17:14:00.003-07:002013-08-01T05:51:20.396-07:00El concierto<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<img border="0" dba="true" height="180" src="http://2.bp.blogspot.com/-IKHraFkLOik/UfmoIr_01CI/AAAAAAAADN4/jaPY4m2Rm4Y/s320/DSC00226.JPG" width="320" /></div>
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Quisiera escribir los textos más bellos esta noche. Arrancar el silencio de lo má profundo del Duero y escuchar la voz del molinero al otro lado, cuando, entre cánticos, llamaba con dulzura a su esposa que tendía la ropa sobre la verde pradera de la orilla.
Esta noche, hubiera querido escribir los más bellos cuentos sentada en uno de los poyos que se encuentran al lado de la iglesia de San Claudio. Sí, hubiera querido cantar yo también y que despertaran las figuras que adornan los capiteles de las columnatas de la iglesia. Esta misma mañana me adentré en el templo y recorrí con mis ojos la belleza que guarda su interior, la piedra blanca en perfecta armonía, la imagen del Cristo del Amparo a la izquierda, esperando un año entero a ser sacado de la iglesia para procesionar junto a los ciento cincuenta hermanos que conforman la procesión. Silencio en el interior del templo, como silente están mis labios y callada mi boca.
Hoy han discurrido mis pasos por el rumoroso barrio de Olivares y en el puente de piedra me he sentado en una silla para escuchar a una banda de música que interpretaba pasodobles, algo muy poco propicio para un lugar tan bello. A mi derecha, la noche me mostró la catedral iluminada, las peñas de Santa Marta, ambarinas por los faroles, el río bajo mis pies, discurría ensimismado hacia su destino. Y yo, esta noche querría sentir en mi alma lo que sentí alguna vez, sentir que la vida es bella, que la vida, aunque se escape de las manos, sigue siendo bella.</div>
Anonymousnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-31779207974897107492013-07-24T18:00:00.000-07:002013-07-25T02:18:23.814-07:00El tren<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-DyLxb9aK6qk/UfBvxv6oWjI/AAAAAAAADNM/VVGD5nGlRQg/s1600/Alvia-descarrilado-Ourense.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img bba="true" border="0" height="211" src="http://4.bp.blogspot.com/-DyLxb9aK6qk/UfBvxv6oWjI/AAAAAAAADNM/VVGD5nGlRQg/s320/Alvia-descarrilado-Ourense.jpg" width="320" /></a></div>
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Son las dos y treinta y cinco de la madrugada del día de Santiago, fiesta mayor en Galicia. Una fiesta que prometía olvidarnos momentáneamente, de la crisis, ha hecho que se quiebren todas las previsiones de felicidad y alegría porque el mal fario, la casualidad o la fatalidad han hecho que un tren Alvia, con más de doscientos pasajeros a bordo, que había salido de la estación de Chamartín en Madrid, haya descarrilado cerca de las diez de la noche del día 24. Apenas le separaba cien kilómetros para llegar a su destino, pero ese destino veleidoso, precisamente, hizo que, en una pronunciada curva, el tren, tal vez a excesiva velocidad, chocara violentamente contra un talud y ocurrió la catástrofe. Más de cincuenta víctimas hasta el momento y otros tantos heridos, algunos de gravedad.</div>
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Cuando esto ocurría, a las diez menos cuarto de la noche del 24, la cantante fadista Misia cantaba junto al Duero en una noche de luna clara, de cielo estrellado. Allí junto al rumor del azud del Duero escuchaba extasiada, con inevitable saudade, la voz de la fadista portuguesa. Una diva vestida de negro que reconoce que nadie podrá sustituir a la gran Amalia Rodríguez porque Amalia era especial, era única e intentar imitarla es cosa perdida.</div>
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A esa misma hora también mi hija Concha junto a sus cinco compañeras y amigas del grupo de música que han formado, cantaban en en una discoteca madrileña. Mi corazón la acompañaba y mi madre, a mi lado, me acompañaba a mí en el espectáculo de Misia, una fadisita portuguesa de Porto, una mujer liberal, moderna que dice que hace lo que le da la gana porque "cuando se tienen cincuenta años, una hace lo que quiere porque le importa un bledo lo que digan". Misia habla perfectamente castellano porque su madre era española y su abuela también. Las dos artistas, del mundo de la farándula. Misia habla muy bien porque piensa muy bien y así lo demostró. </div>
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Aún con el sonido de la guitarra portuguesa en mi oído, con ese movimiento de los dedos en las cuerdas provocando gemidos, casi orgásmicos, las noticias del transistor del coche me hacen saber del descarrilamiento del tren, ese mismo tren en el que voy y vengo de Zamora a Madrid y viceversa, el mismo tren que llevaba a Agustín García Calvo, ese tren que permite disfrutar con del paisaje, de la lectura, del silencio. Ese modo de locomoción tan seguro y tan romántico se ha hecho añicos esta noche. Curiosamente se ha roto un juguete moderno, costoso, la envidia de muchos. Y es que corremos demasiado, queremos llegar lo antes posible a todas partes. Llegar lo antes posible aunque solo sea para estar más tiempo ociosos.</div>
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La felicidad es esquiva, se filtra como las ráfagas de viento por los riscos de las montañas y es difícil detenerla. Yo era, relativamente feliz esta noche y la felicidad se me ha escapado sin enterarme. </div>
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Mañana será otro día.</div>
Anonymousnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-61455859502886975632013-07-01T16:02:00.001-07:002013-07-01T20:51:37.306-07:00Pitos y aplausos a la Reina<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-ZKKGGFyll1Q/UdH-GRHXSzI/AAAAAAAADJ8/eZ52bw5KLQU/s1600/filarmonica.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="230" oya="true" src="http://4.bp.blogspot.com/-ZKKGGFyll1Q/UdH-GRHXSzI/AAAAAAAADJ8/eZ52bw5KLQU/s320/filarmonica.jpg" width="320" /></a></div>
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La Berliner Philharmoniker al completo con su director Sir Simon Rattle en el escenario del Teatro Real. Detrás el Coro Titular del teatro. Más de doscientas personas en escena dispuestas a interpretar la Novena Sinfonía de Beethoven. Era el día 28 de junio y el concierto sería retransmitido en directo por Palco Digital, la Pantalla en la Plaza de Callao y por Radio Clásica de Radio Nacional de España.</div>
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Ya instalada en mi asiento me dispongo, con los cinco sentidos, a no perderme ni un instante del concierto cuando comienzo a oír murmullos que subían de tono mientras, a mi derecha, oigo una voz masculina, sonora que dice: "viva la Reina". En esos momentos me apercibí de que los murmullos eran pitos y abucheos que parecían querer ser apagados por reverentes aplausos. Entonces me di cuenta de que la reina Sofía acababa de hacer su aparición en la Palco Real, ese palco majestuoso, privilegiado, desde donde se contempla el espectáculo y que solo a los reyes se les permite hacerlo. Dice mi amiga Isabel, profesora de música y experta en temas musicales que desde ambos lados del escenario se trazan dos línieas invisibles que cruzan el patio de butacas y al juntarse haciendo el vértice, ese es el lugar perfecto para asistir a la representación. Naturalmente el Palco Real es el lugar perfecto y doña Sofía, desde ese sitio tuvo que escuchar el malestar de los españoles, de un público nada sospechoso de ser ni antisistema, ni anárquico, ni siquiera de izquierdas. O mucho me equivoco pero al Teatro Real suele acudir gente bien acomodada, gente que compra sus abonos para asistir a la temporada de ópera, gente, al fin y al cabo, que no está en crisis o, al menos, no parece estarlo. Por eso los abucheos en esas circunstancias es, simplemente, un gesto de desagrado, de desencanto, de cabreo, por qué no, de todo lo que nos transmite la Casa Real, que no se ha conformado con los privilegios de los que ya goza sino que ha sobrepasado los límites de lo aceptable. No voy a relatar ahora lo que ha llenado de tinta los avatares de los miembros de "sangre azul" de la casa en periódicos nacionales y extranjeros desde hace tiempo y que todos hemos podido comprobar con rabia y decepción, por tanto los abucheos a la Reina, aunque ella sea la menos culpable, estaban más que justificados. </div>
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El concierto duró una hora y quince minutos aproximadamente. La batuta de Sir Simon Rattle se desplazaba a la distancia justa de su cuerpo con movimientos precisos para que los miembros de la orquesta hicieran de ese tiempo el sueño que muchos acariciaban. Un lujo para el Teatro Real y un lujo para el público que asistimos al concierto. </div>
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Sir Simon Rattle fue elegido por la propia orquesta cuando su nombre, junto al de Daniel Barenboim era candidato para dirigir la Berliner Philharmoniker. Salió triunfante este ingles de Birmingham y desde 2002, cuando fue nombrado, la orquesta sigue manteniendo su técnica intacta así como el perfecto entendimiento con cada uno de los músicos que han captado y aprehendido su propia personalidad.</div>
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La Novena de Beethoven se adecúa perfectamente a estos tiempos convulsos y nos invita a mirar el futuro con esperanza porque, al fin, hay que mirar al mundo como una sinfonía que sube y eleva el tono cuando no puede más y las voces y los violines gritan de dolor pero también esas mismas voces se aplacan hasta convertirse en un mensaje amable y pacífico. </div>
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Al finalizar, parte del público esperó a que la reina Sofía saliera para aplaudirla fervorosamente y para demostrar que todavía tiene su público. Por cierto, encontré muy guapa a la reina. Su rostro más redondo que de costumbre se ha embellecido de cierto exotismo. </div>
<br />Anonymousnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-67578284046041882692013-03-18T15:21:00.000-07:002013-03-19T02:28:58.142-07:002013<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/--wsD6kLNM-A/UUeLYSx323I/AAAAAAAADDY/LaUe1lgnan4/s1600/P1000185.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" psa="true" src="http://3.bp.blogspot.com/--wsD6kLNM-A/UUeLYSx323I/AAAAAAAADDY/LaUe1lgnan4/s320/P1000185.JPG" width="320" /></a></div>
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Me pregunto a qué se debe esta obstinación que me ronda últimamente y que no me deja ser yo, que me impide hacer con facilidad lo que he hecho toda mi vida. Quiero escribir y no puedo. No sé si es mi cabeza o son mis dedos y me pregunto qué es lo que tendría que hacer para que volviera a mí el ritmo de trabajo que siempre había tenido.</div>
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Yo no sé si es mi situación personal o la situación general, o ambas cosas a la vez. Podría decir que nada me sonríe al cien por cien. Es más creo que la vida ha dejado de sonreírme. Mientras escribo miro la fotografía del año 36 y no sé porqué la he puesto aquí para ilustrar esta entrada. La fotografía la tomé hace unos tres o cuatro años en un viaje por Asturias Occidente. En un pueblecito de montaña nos mostraron una casa museo privada. Su dueño coleccionaba de todo, desde unas botas de militar, un farol de renfe, un tablero de ajedrez antiquísimo y ese calendario donde se podía leer la fecha en que estalló la guerra civil española. El calendario se detuvo en esa fecha macabra.</div>
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No sé si el ambiente existente ahora mismo en España es prebélico, pero la sensación es de gran preocupación, como si se barruntara algo terrible, algo que va a ocurrir y nada bueno, por cierto. Ayer y hoy hemos podido ver unas terribles imágenes de unos soldados españoles en Iraq que le están dando una terrible paliza a dos prisioneros iraquíes. No puedo con estas situaciones, no puedo con estas imágenes. Se me rebela el alma y las lagrimas me resbalan de impotencia por las mejillas. Aquélla guerra absurda, aquella tozudez del presidente Aznar para congraciarse con Blair y con Bush. Aquélla estupidez, aquella soberbia que acabó con tantas vidas. He odiado a Aznar, a Bush y a Blair con toda mi alma. No sé porqué no se hace un consejo de guerra a estos señores que provocaron tanto mal. ¿Cuántos muertos ocasionó aquella absurda guerra? ¿Qué se consiguió, al fin? La historia tendrá que juzgar a estos imbéciles. La historia debería hacerlo rápido para que cientos de familias afectadas puedan dormir tranquilas.</div>
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Anoche leí un libro de Ramó J. Sénder que, muy delicadamente, tocaba el problema de la guerra civil española. Una historia real, cruda, Una historia que deja colgados algunos flecos para que el lector saque sus propias conclusiones. Un sacerdote cuenta la vida de un joven que fue víctima de la guerra porque estaba en el otro bando. El sacerdote lo había bautizado, le habia dado la comunión, lo casó y lo delató, pese al cariño que le profesaba. También lo enterró y celebró el aniversario de su muerte. En aquella época yo no había nacido, ni supe nada, ni me contaron nada. La gente de mi generación supimos, ya muy creciditos lo que significó aquella contienda. Fuimos descubriendo poco a poco que los que la vivieron se ensañaron en el odio y en la venganza. No sé si sería arriesgado pensar que vivimos unos momentos cuyo caldo de cultivo puede ser propicio a vivir algo terrible. No lo sé pero el ambiente es muy tenso. Se nota sobre todo en Madrid, por ejemplo. Cada vez veo a más personas durmiendo en la calle, a más personas que rebuscan en los contenedores, a más gente que pide en la calle, en el metro, en la puerta de las iglesias.s Cada vez hay más músicos que tocan a Vivaldi o a Mozart en cualquier placita y la música se va metiendo de el corazón y se va apagando mientras los pasos nos alejan. </div>
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Parece que estuviéramos en vísperas de grandes acontecimientos que no acaban de llegar y que necesitamos que lleguen. Que lo hagan con urgencia porque no aguantamos más, no aguantamos tanta burla, tanto escarnio.</div>
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Leo a los columnistas habituales y todos respiran de la misma forma. Hay un acuerdo tácito que proclama la acción. Hemos de hacer algo, ¿a qué esperamos? Ya no hay esperanza, ya no hay ilusión. No podemos perder mucho más porque lo vamos perdiendo todo. Nos estamos perdiendo en una densa nube de horror, de corrupción, de maldad.</div>
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El nuevo Papa va a echar un pulso a los países desarrollados, va a intentar que su tropa rinda cuentas. Si lo dejan. Algunos apuntan que este Papa va a resultar peligroso para muchos.</div>
<br />Anonymousnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-3075389914210788822013-02-28T09:04:00.000-08:002013-03-19T02:28:01.231-07:00Decrecer para crecer<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-eIAC57Zpok4/US-DKqs-tgI/AAAAAAAADCo/oDlgXPhRbEM/s1600/DSC08650.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" gsa="true" height="225" src="http://2.bp.blogspot.com/-eIAC57Zpok4/US-DKqs-tgI/AAAAAAAADCo/oDlgXPhRbEM/s400/DSC08650.JPG" width="400" /></a></div>
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Ayer asistí a dos conferencias. Es lo bueno que tienen estas ciudades pequeñas que, en un mismo día, puedes hacer de todo: ir a la piscina, a ver a la madre enferma, a pasear por el río y a dos conferencias, como digo. Y a la salida ir de vinos.</div>
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Una de mis amigas opusinas -del opusdei- me invitó para que conociera la conversión a la fe, -al catolicismo puro y duro- de una de las hijas del ya desaparecido psiquiatra Vallejo-Nájera. María Vallejo-Nájera se nos presentó en un video casero que había sido realizado en una iglesia. Estaba sentada junto a un sacerdote y allí comenzó a hablarnos del milagro que se había producido en su vida desde que conoció al Señor, desde que había comenzado a tratarlo. Nos habló de la vida disipada y frívola que llevaba en Londres donde residía. Se dedicaba, eso si, a cuidar de sus tres hijos, a tomar el te de las cinco, a visitar los almacenes Harrods (no sé si se escribe así), ir a restaurantes especiales donde se encontraba, a veces, con Mig Jagger, incluso hasta la princesa Diana iba por allí. En fin Maria reconocío que mientras su marido trabajaba como un animal de sol a sol, (es ingeniero industrial) ella se dedicaba a gastar en ropa, en calzado, en bolsos, en fin, lo que hace la gente rica.</div>
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Pero ocurrió el milagro a través de una amiga que, como ella, también era pudiente, mucho más que ella pero que se había enterado de que en Bosnia había un pueblecito que, milagrosamente, no había sido bombardeado pese a la última guerra (ocurría ésto hace algunos años) y la convenció para que viajaran allí. Desde entonces María es una entusiasta del catolicismo, que difunde por doquier pese a que le haya perjudicado en otros ámbitos de su vida pues, como escritora que es y con cierta fama, sus editoras le dan un poquito la espalda. En fin, la religión, ya se sabe, tiene sus adeptos y también sus detractores. Y la religión malentendida como ocurre a muchos en la IGESIACATÓLICAAPOSTÓLICAROMANA, muchísimo más. Por eso Benedicto XVI deja su puesto a otro.Digo yo.</div>
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Pero en fín, no quiero seguir con esta historia, interesante sin duda, pero que puede entroncar o, al menos, lo voy a intentar, con el contenido de lo que se dijo en la segunda conferencia que corrió a cargo de un profesor de Ciencia Política de la Universidad Autónoma de Madrid, Carlos Taibo. Su conferencia la tituló precisamente, "Decrecer para crecer" y en ella nos llegó a convencer, -yo ya lo estaba- de lo muy poco que hemos crecido pese a esta sociedad consumista que nos consume de tanto poseer, de tanto querer más, de tanto trabajar más y más horas para atesorar una, dos, tres o cuatro o más viviendas, para viajar en trenes de alta velocidad para llegar una o dos horas antes a los sitios, para, para, para......para nada al fin, para sentirnos ansiosos, vacíos, tristes e infelices.</div>
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Refirió muchas anécdotas vividas tras su larga trayectoria profesional, encaminadas todas a ellas a invitarnos a volver la vista atrás y a comprobar cómo en los años cincuenta, por ejemplo, en España, cuando se compraban unos zapatos o un abrigo era para que duraran seís o siete años. Pues bien, la crisis que nos ha cubierto como la nieve cubre los campos, nos debe hacer reaccionar para empezar a consumir menos, pero no porque no tengamos dinero para despilfarrar como habíamos hecho, sino porque no necesitamos apenas nada para vivir, no necesitamos apenas ropa para vestir, ni necesitamos accesorios, ni necesitamos ir veloces de un lugar a otro porque se llega a todas partes porque el tiempo es un bien precioso que se puede invertir en uno mismo mientras se lee, se reflexiona, se contempla un paisaje o el río de tu pueblo o el huerto que se tiene al lado de la casita. Vivamos nuestro tiempo como lo vivieron nuestros padres y abuelos......A mí me vino a la cabeza las recientes imágenes que vi en Marruecos, en la medina y en el zoco: los vendedores que bajan de las montañas a vender sus productos en la calle. Allí comparten conversación con sus paisanos, con las gentes de la ciudad, mientras exhiben sus ancestrales trajes que tan sólo se ponen una vez al mes para exhibirlos y para mantener viva una tradición que les hace sentirse auténticos, íntegros en sus creencias, en su fe y en su cultura. </div>
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Volvamos la vista atrás y decrezcamos un poco. Ya hemos crecido bastante, desmesuradamente, sin control y sin pensar en que el crecimiento de unos ataca directamente al de los otros.</div>
Anonymousnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-34046216868946096752013-02-26T15:10:00.002-08:002013-02-28T03:39:26.969-08:00Libertad<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://2.bp.blogspot.com/-WcVpAUrcHME/US043RHOMqI/AAAAAAAADCY/w7ncPeB3QBs/s1600/seroiente.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" gsa="true" height="271" src="http://2.bp.blogspot.com/-WcVpAUrcHME/US043RHOMqI/AAAAAAAADCY/w7ncPeB3QBs/s400/seroiente.jpg" width="400" /></a></div>
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Debo ser un bicho raro: raro y repugnante, debo estar hecha de una pasta especial para soportar, indiferente, que un marroquí me colocara una serpiente a modo de bufanda. Es la primera vez que me ocurre pero eso no quiere decir que me aterroricen las serpientes como a la mayoría de los mortales. Ni mucho menos.</div>
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No pensaba, ni por lo más remoto, que algo así me sucediera, pero me sucedió. Me acerqué al hombre que se ganaba la vida con sus serpientes. Las lleva en una caja de cartón y cuando hay público a su alrededor abre la caja y las cabezas de las serpientes comienzan a asomarse. El hombre las agarra como puede para que no se escapen mientras los curiosos se acercan o miran apartándose. Yo me acerqué al hombre y sin pensarlo dos veces me colocó la sepiente alrededor de mi cuello. No tuve tiempo ni a pensarlo ni a reaccionar pero, de pronto, tomé conciencia de que tenía un reptil encima y no sentí nada. Incluso me atreví a tocarlo. Era frío y escamoso y me hizo el mismo efecto que cuando toco un bolso o unos zapatos de piel de serpiente. Naturalmente tuve que darle al buen hombre dinero. Era su trabajo.</div>
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Este pequeño episodio ocurrió en Tánger hace unos días. No sé qué tiene esta gente, esta cultura para que me sienta tan fascinada por todo lo que veo, huelo, siento, percibo. Todo me provoca una emoción indescriptible. Un subidón, que decimos mucho ahora. Marruecos y su gente me levantan la moral, me excita la imaginación y me siento libre. Curiosamente me siento libre en un país donde las mujeres no lo son, donde todavía van capturadas en sus ropas que las ocultan por completo sin que se insinúen sus cuerpos, sin que se marquen sus líneas femeninas y bellas. Me siento libre en lugares así, incluso soportando el acoso de los vendedores que me rodean y me quitan mi espacio vital porque no me permiten ni disfrutar de ese metro que toda persona necesita a su alrededor para que no se sienta agobiada. Me viene a la cabeza la sensación de agobio que se siente en un ascensor cuando se ha de compartir con desconocidos. Precisamente, esa sensación de molestia es porque nos robamos ese espacio y nos sentimos mal. Sólo al salir del ascensor volvemos a recuperarnos. Curiosamente, la literatura, el cine o la vida misma, nos muestran escenas donde los amantes se aman en el ascensor mientras éste va del segundo al veintidós, por ejemplo. Debe dar tiempo a los besos acalorados, a la fiebre momentánea y a rematar. Pero claro, ésto es otro cantar. Nada que ver, por supuesto.</div>
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Marruecos me volvió loca cuando lo descubrí, me trastornó pese a la algarabía callejera, pese a la suciedad de sus calles, de sus olores, a veces nauseabundos como por ejemplo el barrio de los tintoreros en Fez, esa ciudad imperial donde el Rey de Marruecos posee un palacio con puertas de madera nobilísima con incrustaciones de oro. A cada lado de esa preciosa puerta, dos guardianes, noche y día, lo custodian. Entonces visitè varias ciudades de Marruecos. En esta ocasión tan solo fue un viaje rápido de un día, desde Tarifa en ferry hasta Tánger, esa ciudad cosmopolita, bellísima y muy limpia y cambiada.</div>
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Fueron unas horas pero sentí esa libertad interior, una libertad que parte del espíritu y se va expandiendo por todo el cuerpo, esa libertad que hace que los ojos sean niños, que la piel se erice al mínimo estímulo, que la palabra salga con alegría de los labios, que el oído se agudice para intentar escuchar voces, suspiros, gritos, risas, llantos. </div>
Anonymousnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-76253570694305013132013-01-26T10:30:00.000-08:002013-01-26T10:30:45.232-08:00Amor<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-zIbdhH_oi3U/UQQgoa4SjKI/AAAAAAAAVfQ/nOvSiQsMLoU/s1600/mujer.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="400" src="http://1.bp.blogspot.com/-zIbdhH_oi3U/UQQgoa4SjKI/AAAAAAAAVfQ/nOvSiQsMLoU/s400/mujer.jpg" width="387" /></a></div>
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Ayer se fue mi hija a Madrid, se fueron dos de mis hermanas, una a la vecina Cáceres, otra a Alemania. Se fueron y yo me quedé como si no hubiera pasado nada. A mi mente acudieron aquellas despedidas cuando y0 era estudiante y me iba a Madrid dejando a mi madre en la puerta llorando y yo con el corazón compungido porque sabía que no iba a volver a verla hasta las próximas vacaciones. No me atrevo a decir que yo quería más a mi madre y que mi madre me quería más a mí, que lo que yo quiero ahora a mi hija o que mi hija me quiera a mí, porque el amor entre ambas es incuestionable, pero siento que algo ha cambiado, que no se viven las relaciones materno filiales con aquella vehemencia y entrega. Ahora parece como si no hubiera ni tiempo para demostrarnos cuánto sentimos la separación, cuánto vamos a extrañarnos durante el tiempo que permanezcamos lejos, porque los hijos y los padres andamos cada uno a lo nuestro. Dios mío, antes, las madres no tenían ni lo suyo porque sus vidas estaban dedicadas a lo de los otros, ellas no eran, no tenían, no se iban, ellas estaban siempre allí, siempre en el lugar para despedir y recibir a los que se iban, ellas estaban allí, llenas de un amor inmenso para darlo a los hijos, para que ellos, al marchar, supieran que allí se quedaba contrita y triste, esperando la vuelta, para abrazar, para mirar el rostro del hijo o de la hija con arrobo, escrutando los cambios, imperceptibles para los demás, pero no para la madre.</div>
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Hoy me he sentido especialmente triste por esa sensación de desapego, de desarraigo. Hoy, me doy cuenta de que ya no nos necesitamos tanto los unos a los otros. Se van los hijos, se alejan; se van también los hermanos, se alejan de nuestro lado y nuestra vida sigue extendiendo tentáculos, abarcando nuevas sensaciones, inventando nuevas metas, otros horizontes. Caminamos por vías diferentes, como el tren se desliza sobre esos dos carriles paralelos. A veces, de vez en cuando, se unen en un punto, en un mudo nudo de comunicación, se cruzan y vuelven a separarse. Mi madre, 86 años, es todavía ese nexo fundamental. Y necesario.</div>
Anonymousnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-416582228755238782012-12-01T17:57:00.000-08:002012-12-05T17:32:47.616-08:00Claudio Rodríguez<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-x_F9Fu9q95A/ULqwmDtbsHI/AAAAAAAADAM/XRTHGP3no8U/s1600/DSC07837.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="http://3.bp.blogspot.com/-x_F9Fu9q95A/ULqwmDtbsHI/AAAAAAAADAM/XRTHGP3no8U/s400/DSC07837.JPG" tea="true" width="400" /></a></div>
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Esta mañana he asistido a la última de las tres jornadas que, sobre el poeta Claudio Rodríguez, ha organizado la Biblioteca Pública. Estudiosos de la obra de Claudio han debatido sobre la "extrañeza" de su poesía, sobre su temprana madurez, sobre sus versos profundos sacados de un lugar desconocido e infinito porque no ha habido un poeta que se le parezca. Algunos apuntan, sin embargo, que Claudio, al igual que Machado, siguieron la senda del Duero porque había mucho camino por delante. "Siempre se hace camino al andar"-dice Machado-.</div>
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Se han dicho muchas cosas sobre él a lo largo de tres días. Estaban los de siempre, sus amigos del alma, los que lo frecuentaron y quisieron, los que presumen, con mayor o menor legitimidad, de haber sido sus verdaderos amigos, esos que hacen de barrera o frontera infranqueable que impiden a los demás que metan las narices donde sólo ellos creen tener derecho a meterlas. Allí estaban ellos, sí, los que sienten como suyo al poeta, los que le dieron siempre cobijo en su corazón para que no sintiera esa carencia de familia que debía sentir cuando venía a Zamora. Y allí estábamos los otros, los que también lo admiramos, lo leímos y leemos, los que pasamos junto a él de puntillas y conoocimos también a través de sus hermanas y mis amigas del alma también. Allí estaban los que tenían que estar, al fin y al cabo, para que se siga escribiendo la historia de estos lugaricos cortos, de esta ciudad levítica, a decir de Juan Manuel de Prada.</div>
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Pero al margen de estas pequeñas vanidades, legítimas por supuesto, ha habido alguna anécdota que otra, por ejemplo, que uno de los asistentes a las jornadas dejara en evidencia al primer conferenciante, tras pronunciar su conferencia inaugural. Le preguntó a bocajarro si uno de los poemas que incluye en uno de sus trabajos era del poeta, y citó el título del mismo échándole en cara que no lo mencionara. El ponente no tuvo más remedio que reconocerlo como reconoció otros dos entuertos en los que había incurrido y que el valiente asistente expuso públiclamente. Y es que, en esta ciudad, a Claudio Rodríguez se le conoce y se reconoce su obra, breve pero intensa, y no se puede venir, desde fuera, a intentar darnos gato por liebre. Algunos apuntamos que aquello fue lo mejor de la jornada.</div>
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Otra anécdota ocurrió cuando, el segundo día, en medio de una mesa redonda, una poetisa, durante la mesa redonda dijo que había conocido a Claudio en una fiesta durante unos cursos de verano en Santander. Se acercó a ella, la sacó a bailar y bailaron toda la noche. Añadió después: "pasaron muchas cosas, pasaron muchas cosas". Allí presente, la viuda de Claudio... ¡pero si Claudio no bailaba!...(qué imprudentes son algunas personas).</div>
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Como siempre, el protagonista fue el poeta Claudio. Todo lo que se dijo de él quedó difuminado ante la fuerza de su obra. La pobreza de argumentos, ante los versos de Claudio, se queda siempre muy corta. Quién mejor que los de casa para saber y transmitir. </div>
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Allí, en la sala de exposiciones, por primera vez, el mundo de Claudio al descubierto: recuerdos, fotografías con amigos en diferentes momentos de su vida, con su mujer Clara, con poetas reconocidos, recibiendo premios, recortes de prensa, libros...</div>
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Los zamoranos agradecemos el esfuerzo para recopilar estos tesoros del poeta más auténtico que nos ha dado Zamora.</div>
Anonymousnoreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-3834850621562925209.post-57656762857936226912012-11-27T09:27:00.002-08:002012-11-27T17:43:07.651-08:00Test de personalidad<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-0iyzmzBZEPs/ULTuneAVY2I/AAAAAAAAC_4/HpQRV7CYJS4/s1600/P1050935.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="300" src="http://4.bp.blogspot.com/-0iyzmzBZEPs/ULTuneAVY2I/AAAAAAAAC_4/HpQRV7CYJS4/s400/P1050935.JPG" tea="true" width="400" /></a></div>
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Estoy asistiendo a un taller de psicología para adultos, (no entiendo por qué llaman taller a una clase) porque me gusta la psicología, porque creo que tengo una buena psicología natural, porque he leído mucho sobre ella, tanto por afición, como cuando cursaba mis estudios de sociología, o cuando mi hija era pequeña y me leía cada día algún capítulo de una voluminosa enciclopedia que compré hace muchos años sobre psicología.</div>
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Recuerdo que desde que mi hija tenía un añito iba yo empapándome de las características y el comportamiento que tenían que tener los niños a esa edad. Me empapé de todo ello a medida que mi hija iba cumpliendo años: dos, tres, cuatro, cinco, seís... catorce... quince... creo que ya paré cuando se hizo adolescente. Sí, me interesa la psicología en la misma medida que me interesan las personas y sus reacciones. Lo cierto es que me doy cuenta de que me desenvuelvo bien a la hora de emitir un juicio (aunque sea para mí sola) sobre una persona y casi nunca me equivoco. Soy un poco brujilla en eso. Para ser más exactos, creo que tengo una buena dosis de psicología natural, característica que todos los psicólogos del mundo tendría que tener, "a priori", antes de embarcarse en una carrera para ejercerla con la dignidad y profesionalidad que merece.</div>
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En cierta ocasión, estaba de visita en casa de un amigo, a la sazón psicólogo, y mientras esperaba que terminara la consulta con uno de sus clientes, se abrió la puerta y salió la persona del despacho de mi amigo. Pude ver de quien se trataba, incluso lo conocía de vista y sabía su nombre. Pues bien, cuando mi amigo y yo nos quedamos solos me dice: "Qué problemas que tiene la gente, este pobre hombre es impotente". No puedo definir aquí cómo se me quedó el cuerpo. Casi olvidé los motivos de mi visita. Me puse furiosa conmigo misma, con él, con la situación. ¿Qué carajo tenía yo que saber que aquel hombre era impotente? Por supuesto, cada vez que lo veía por la calle me lo imaginaba en su impotencia -la imaginación es libre- y volvía a poner en tela de juicio la profesionalidad de ciertos psicólogos. Una mierda. Por supuesto, esta anécdota la aireé cuando procedía para que los posibles clientes se abstuvieran de ir a aquel estúpido e indiscreto psicólogo. Creo que desde entonces, casi le retiré el saludo.</div>
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Como siempre me voy del tema. Estaba tratando mis clases de psicología para adultos. Ayer estuvimos comentando con la profesora la mecánica que se utiliza en Psicología para hacer un test de personalidad. Hace un mes aproximadamente nos hizo uno a cada alumno y ayer mismo nos dio los resultados. Bueno, más bien fuimos comprobando, cada cual, nuestra propia personalidad a tenor de los resultados del manual que teníamos delante. Personalmente, yo respondí a cada una de las preguntas, creo que eran unas 200, con sinceridad absoluta. Donde no sabía qué responder, porque dudaba realmente, elegía la opción destinada para ello. Me congratulé, a la vista de los resultados, que lo que dicen de mí es lo que yo pienso de mi misma. Es decir funcionó la dialéctica a la perfección. Los resultados de mi test me indican que no debo cambiar mi forma de ser. Prefiero debatirme en la agonía de la verdad que vivir las mieles del artificio. </div>
Anonymousnoreply@blogger.com3