1 de julio de 2013

Pitos y aplausos a la Reina

La Berliner Philharmoniker al completo con su director Sir Simon Rattle en el escenario del Teatro Real. Detrás el Coro Titular del teatro. Más de doscientas personas en escena dispuestas a interpretar la Novena Sinfonía de Beethoven. Era el día 28 de junio y el concierto sería retransmitido en directo por Palco Digital, la Pantalla en la Plaza de Callao y por Radio Clásica de Radio Nacional de España.

Ya instalada en mi asiento me dispongo, con los cinco sentidos, a no perderme ni un instante del concierto cuando comienzo a oír murmullos que subían de tono mientras, a mi derecha, oigo una voz masculina, sonora que dice: "viva la Reina". En esos momentos me apercibí de que los murmullos eran pitos y abucheos que parecían querer  ser apagados por reverentes aplausos.  Entonces me di cuenta de que la reina Sofía acababa de hacer su aparición en la Palco Real, ese palco majestuoso, privilegiado, desde donde se contempla el espectáculo y  que solo a los reyes se les permite hacerlo. Dice mi amiga Isabel, profesora de música y experta en temas musicales que desde ambos lados del escenario se trazan dos línieas invisibles que cruzan el patio de butacas y al juntarse haciendo el vértice, ese es el lugar perfecto para asistir a la representación. Naturalmente el Palco Real es el lugar perfecto y doña Sofía, desde ese sitio tuvo que escuchar el malestar de los españoles, de un público nada sospechoso de ser ni antisistema, ni anárquico, ni siquiera de izquierdas. O mucho me equivoco pero al Teatro Real suele acudir gente bien acomodada, gente que compra sus abonos para asistir a la temporada de ópera, gente, al fin y al cabo, que no está en crisis o, al menos, no parece estarlo. Por eso los abucheos en esas circunstancias es, simplemente, un gesto de desagrado, de desencanto, de cabreo, por qué no, de todo lo que nos transmite la Casa Real, que no se ha conformado con los privilegios de los que ya goza sino que ha sobrepasado los límites de lo aceptable. No voy a relatar ahora lo que ha llenado de tinta los avatares de los miembros de "sangre azul" de la casa en  periódicos nacionales y extranjeros desde hace tiempo y que todos hemos podido comprobar con rabia y decepción, por tanto los abucheos a la Reina, aunque ella sea la menos culpable, estaban más que justificados.

El concierto duró una hora y quince minutos aproximadamente. La batuta de Sir Simon Rattle se desplazaba a la distancia justa de su cuerpo con movimientos precisos para que los miembros de la orquesta hicieran de ese tiempo el sueño que muchos acariciaban.  Un lujo para el Teatro Real y un lujo para el público que asistimos al concierto.

Sir Simon Rattle fue elegido por la propia orquesta cuando su nombre, junto al de Daniel Barenboim era candidato para dirigir la Berliner Philharmoniker. Salió triunfante este ingles de Birmingham y desde 2002, cuando fue nombrado, la orquesta sigue manteniendo su técnica intacta así como el perfecto entendimiento con cada uno de los músicos que han captado y aprehendido su propia personalidad.

La Novena de Beethoven se adecúa perfectamente a estos tiempos convulsos y nos invita a mirar el futuro con esperanza porque, al fin, hay que mirar al mundo como una sinfonía que sube y eleva el tono cuando no puede más y las voces y los violines gritan de dolor pero también esas mismas voces se aplacan hasta convertirse en un mensaje amable y pacífico.

Al finalizar, parte del público esperó a que la reina Sofía saliera para aplaudirla fervorosamente y para demostrar que todavía tiene su público. Por cierto, encontré muy guapa a la reina. Su rostro más redondo que de costumbre se ha embellecido de cierto exotismo.

2 comentarios:

  1. Un abrazo fuerte, mi querida Concha. Me alegro mucho de que vuelvas a publicar en tu blog. El que nace chicharra muere cantando, dice un dicho popular por estos lados. Vuelvo también a escribir, a conectarme, a leer a los amigos y en lo posible a publicar nuevos textos.

    ¿Y los reyes? Pues han hecho suficiente mérito para ser abucheados, aunque la reina parezca tener mucho menos culpa que su esposo y el resto de su parentela.

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  2. la Reina se ha Ganado la corona y la palma del martirio por haber aguantado a semejante tonto y por tantos años; ¡y cómo la rezonga en público y qué poco cariñoso es con ella! La reina Sofía tuvo un gesto que algunos sudamericanos no olvidaremos y fue cuando el deslave de un volcán colombiano, el Nevado de Ruiz, bajo cuyo lodo y escombros pereció una niña pobre, de nombre Omaira, atrapada de las áxilas para abajo. No había manera de soltarla o al menos no se las ingeniaron para hacerlo bien y tras varios días de mantenerla viva con agua y alimento, la niña rindió el espíritu, ahi como una flor del barro con unos ojos oscuros que se iban velando de sueño a medida que caían los párpados cansados. Lo ultimo bello que miró fue el rostro sonriente y compasivo de Sofía, que le tenía sostenida la manita embarrada, y le sonreía. http://bypauulaa.blogspot.com/

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