4 de enero de 2012

¿Dónde el amor?

Los más ilusos, los más idealistas, creímos que el 15M tendría sus consecuencias en las últimas elecciones pero todo se quedó en nada. Vencieron los que creían tenían que vencer y perdimos los que esperábamos un cambio radical y absoluto que vendría a dar al traste con las pseudodemocracias e imponerse un nuevo Orden en el mundo.

La tristeza, por lo que se nos está viniendo encima a los españoles no ha hecho más que empezar. Las medidas adoptadas por el Gobierno son rastreras y burlonas. No se puede hacer más escarnio de las clases trabajadoras, no se puede ignorar más a los que más se debería apoyar y, hasta la fecha, a los que más tienen y más explotan ni tocarlos. Los rostros que nos ofrecen desde las televisiones y desde la prensa escrita lo demuestran. Las sonrisas, la satisfación y la felicidad con las que nos miran no dejan lugar a dudas. Ellos van a seguir disfrutando de sus privilegios y van a seguir ignorando el verdadero drama español.

Estas navidades no son alegres, ni optimistas, ni se respira esa sensación de paz y de concordia de otros tiempos. La escasez económica, el paro, la psicosis, las noticias cada vez más pesimistas han sumido a los españoles en una tristeza infinita. Es verdad que la falta de recursos, por sí sola, es suficiente para no levantar cabeza, pero a todo este desastre se añade la desmembración familiar. Las familias ya no son lo que fueron. De aquellos núcleos familiares extensos en los que participaban varias generaciones componiendo una misma unidad familiar, ahora se reduce a los padres y los hijos simplemente. Ya no hay cabida para las grandes reuniones, ni para la convivencia ni la comunicación. Cada cual anda a lo suyo. Muchos hermanos apenas se ven, ni se hablan, ni se miran, ni saben los unos de los otros. Y esto es muy grave porque ese comportamiento demuestra el desafecto, la indiferencia, acaso el odio.

Hoy mismo me comentaba mi dentista, un colombiano afincado en España desde hace varios años que las fiestas navideñas en Colombia son celebraciones absolutamente familiares. Se reúnen varias decenas de personas, todas juntas en una casa u otra para compartir la alegría de saberse unidos, aunque no tengan más que unas sencillas viandas que llevarse a la boca. Eso es lo de menos. Lo de menos son los regalos, las compras inútiles y la parafernalia consumista. Me contaba todo esto -y yo adivinaba por el tono de su voz- con cierta tristeza, pero sin acritud. España ha perdido el norte en muchos aspectos de la vida. Nuestros gobernantes no han hecho sino contribuir a ello con su prepotencia, con su soberbia incontenida, con su falta de rigor, con su egoísmo, con su ejemplo. Nuestros gobernantes han conseguido instalar en la sociedad una filosofía rastrera que siembra la ambición y el deseo de triunfo, cueste lo que cueste, incluso el amor.

2 comentarios:

  1. Que todo parezca que cambia, precisamente para que nada cambie. Parece ser la máxima inspiradora de los grupos privilegiados.

    España vive su crisis, pero sabemos que tienen un espíritu milenario, construido a base de esfuerzo y cultura, que siempre acabará salvando a vuestra población de los males que provocan ciertos tiempos infames.

    Estremecedor escrito mi querida Concha.

    Un fuerte abrazo.

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  2. españa va a sobrevivir...
    siempre... tal como portugal
    abrazo serrano

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