27 de marzo de 2011

La vida

Regreso a casa tras haber estado una semana en las Islas Canarias. Concretamente en Tenerife. Esas islas afortunadas donde la bonanza del clima y la magia del paisaje hacen de la estancia unas vacaciones deseadas y apetecibles. Hacía tiempo que no disfrutaba de un viaje de estas características, tan relajado y tan pacífico. Sin ir de acá para allá, viendo monumentos o paisajes, visitando museos, iglesias, catedrales, o pequeñas ermitas. Mi viaje a Tenerife ha sido placentero. Sol, baños en las pequeñas calas, a izquierda y a derecha del hotel donde me alojaba, gimnasia diaria, natación, paseos contemplando barrancos de lechos de lava por donde crecen los cactus y las bungavillas, por donde se ve alguna cabra transitando por ese "mal país" a decir de los isleños. Y el sol bañándome la piel, curtiéndomela hasta teñirse de ese color que tanto me gusta. También he bailado cada noche, después de la cena. Todo ello me hacía meterme en la cama pletórica y feliz. La única sombra que empañaba mi feliz estancia ha sido el estado de mi madre con la que he hablado a diario. "No te preocupes por mí, estoy con dolores y sigo muy cansada, pero estoy bien". Qué fortaleza tiene mi madre, que ejemplo de mujer, tan resistente y asumiendo lo que la vida le ha ido dando y quitando en cada momento. Sé que la voy a echar mucho de menos. Sé que voy a arrepentirme mil veces de las cosas que le dije y en el tono que se las dije. Sé que mi madre no me tiene nada en cuenta, como no tiene en cuenta nada a ninguno de mis hermanos. Mi madre sabe perdonar y no es rencorosa. Es un ejemplo a seguir. Un ejemplo de tesón y de fortaleza. Una mujer de una pieza. Hecha y derecha como dice ella misma cuando quiere ponderar a alguien. Una mujer de una vez. Me da mucha penita que al final haya tenido que enseñorearse en ella la enfermedad. Cuántas veces hablábamos de que ella sería como su propia madre, que murió sana como un roble, murió a los 100 años doblando las rodillas y diciendo que tenía frío. Entonces se orinó. La primera vez que lo hizo, cuando ya no controló sus esfínteres. Me da mucha pena porque la relación con mi madre siempre ha sido de mucha comunicación desde que éramos muy pequeños. Al contrario que mi padre que no hablaba nunca y con el que nunca tuve una conversación, con mi madre lo parloteamos todo. La confianza con ella ha sido siempre ilimitada y todas mis hermanas hemos podido confiarle nuestros secretos, nuestras cosas. Y siempre ha sido benévola con nuestras flaquezas. Y siempre, también, ha sido crítica con lo que ella consideraba que no estaba bien. Incluso es crítica con nuestra forma de vestir diciéndonos con franqueza lo que le gusta o no le gusta. Mi madre es un tesoro. Espero que nos dure todavía y que la enfermedad le sea leve. Todo lo leve que sea posible. Hoy he pasado casi todo el día con ella. Apenas se levanta de la cama. El cansancio es ahora su compañía. La vida, como el tiempo, siempre nos congratula y no azota.

1 comentario:

  1. De tal madre a tal hija. Toda la nobleza de tu madre, su sabiduría, su templanza, su coraje, su fortaleza y alegría ante la vida, fue bien traspasada a tu persona querida Concha. Tus elocuentes palabras de afecto hacia ella te salpican a tí también.

    Como siempre, le cantas a la vida con un sentido poético inigualable.

    Un cálido abrazo.

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