28 de febrero de 2011

Gracias


Comienzo la semana paseando por el Duero. Viene crecido por las últimas lluvias. El sol luce en lo alto mientras las cigüeñas atraviesan el río para posarse sobre los nidos de las iglesias o sobre los pináculos de la Catedral. Mi amiga Marisol camina a mi lado. Pronto iniciamos una interesante conversación que fue para mí, al terminar el día como un bálsamo de rosas.

Mi amiga me cuenta que Luís, su esposo, está leyendo libros de autoayuda, para relajarse, para ver las cosas en su justa medida, para aceptar los acontecimientos tal cual suceden, para aceptar a las personas como son, con sus defentos y virtudes, con sus decisiones, unas veces acertadas, otras desacertadas.

¿Y cómo se hace todo eso?, le pregunto. Llevo una temporada que mi actitud se ve empañada por todas esas circunstancias, pero por todo lo contrario que, al parecer, aconsejan esas lecturas. Llevo una temporada, excesivamente prolongada, que todo lo que hacen los demás me parece mal. Todo lo que escucho por la radio o por la televisión me parece mal. La actitud de mis amigos me agrede, me daña, me irrita. Dime, ¿qué hay que hacer? ¿qué dicen esos libros?

Mi amiga me dice que ella, aunque no lo necesita, lee a la par que Luís, comentan, divagan, se aconsejan y les está yendo muy bien a los dos.

Bien es verdad que esta pareja amiga acertaron. Les tocó la lotería al conocerse. Son el uno para el otro. El mundo, para ellos, es su mundo, sin salirse apenas del ámbito de las paredes de su casa. Ellos pasean siempre juntos, van a bailar juntos, sin amigos porque no los necesitan. Están enamorados, se quieren, se admiran, se necesitan.


Dime, Marisol, ¿cómo hacéis para que esos libros os estén beneficiando tanto? -como si no estuvieran beneficiados ya, pienso yo. Menuda suerte han tenido-

Verás, me dice mi amiga. Se trata de alejar de tu mente todo lo que te hace daño. Todo lo que te hace sufrir. Por ejemplo, si alguien te ha hecho algo por lo que sufres, piensas en esa persona y dices: "gracias, te amo, gracias, te amo, gracias, te amo" y así siempre. Cuando lo has repetido varias veces, te darás cuenta de que has liberado tu pecho de pesadumbre. Se trata de atraer a tu mente lo que te hace bien, las personas que te quieren y te lo demuestran. De eso se trata.

Así fue discurriendo nuestra conversación mientras el agua del Duero, a nuestro lado, discurría tumultuosa hacia Porto, hacia el Atlántico. Siempre que camino junto al río, mi imaginación me lleva a Porto, esa ciudad portuguesa bañada por agua dulce y agua salada, esa ciudad de espectaculares puentes y de tejados rojos. Esa ciudad que me embelesa.

Nos despedimos y empecé con el ejercicio recomendado por mi amiga. Intenté dejar de atormentarme. Llamé a una amiga que me había hecho un feo muy feo la víspera, cuando fuimos al teatro. La llamè y le dejé un mensaje, un mensaje de paz. Me llamó al cabo de unas horas para decirme: "Concha, eres una tia cojonuda" No se hable más, nada más. Me bastó simplemente eso pues en esa frase me estaba diciendo: "es verdad, jugué contigo, quise engañarte, me descubriste y sin embargo me dices que quieres seguir siendo mi amiga y que no quieres que se empañe nuestra amistad por nada". Me bastó con eso.

A lo largo del día, la frase mágica de Marisol, gracias, te amo, dio sus frutos. Me fui a la cama tranquila y dormí plácidamente. Como hacía tiempo que no dormía.

Hoy he acompañado a mi madre al médico para que le hagan una radiografía. Por la tarde me reuní con un grupo de amigas a las que tenía algo olvidadas. Intenté quererlas. Y entenderlas. A veces nos empeñamos en que todos nos entiendan y nos olvidamos de entender a los demás.

8 comentarios:

  1. el viento se ha ido -
    el silencio es complicidad
    pétalos caídos ...

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  2. calle mojada:
    paso a paso
    sigo las nubes ...

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  3. ayer
    caminé por los jardines -
    no fue todas las flores ...

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  4. está escuchando el viento
    aullando por ahí?
    la soledad es fría ...

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  5. hierba blanquecina -
    ahora se arrastra
    la forma de la luna ...

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  6. Pues sí, querida Concha, no nos podemos encerrar en ver las cosas desde una única perspectiva ni encerrarnos en el daño que en un momento dado nos pueden hacer.

    Esto que te pongo a continuación lo he recatado del blog “Cuadernos de la ira”, pues lo planté en un post de allí hace días pensando que era un blog tuyo. Perdona mi despiste.

    Gracias por tu visita y tus palabras en mi blog. Es ciento lo que me dices, parte de tu alma está encerrada en esos blogs tuyos, así que es comprensible sentir cierta nostalgia al alejarte de ellos. Yo lo poquito que escribo siempre lo hago en el mismo porque aunque todos cambiamos y evolucionamos, el pasado tiene que ver en ello y ése nunca cambia.

    Un fuerte abrazo.

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  7. Mi debilidad estética por la forma narrativa me lleva a detenerme y disfrutar (como si fuesen fragmentos de Debussy) en cada una de tus frases, mi querida Concha. Puedo entender lo que te sucede. La susceptibilidad a veces nos envuelve excesivamente y nos interpone una neblina amarga con las demás personas. Pero cada uno es libre de buscar en distintas coordenadas la mejoría de su alma. Mejoría momentánea, circunstancial, por supuesto, porque nuestra condición humana nunca se aleja con suficiente prudencia del abismo.

    Por acá me quedo, bajo un cielo austral levemente nuboso y preotoñal, sintiéndome un privilegiado de haberte conocido y disfrutando la travesía de las cigueñas sobre tu río.

    Un fuerte y cálido abrazo

    Jorge Muzam

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  8. Concha. Muchas gracias por tu post tan sincero. Es verdad todo lo que dices y comprendo, y te admiro por lo que has hecho de último. Personalmente no me gustan mucho los libros de autoayuda, pero también eso debe ser parte de mi negatividad. Seguiré tus pasos. Un abrazo desde Mérida y ojalá un día te conociera.

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