3 de enero de 2011

No sé

Bien, he venido a escribir algo porque lo necesito. Y no sé qué escribir. Podría contar algo familiar. Mi sobrino Carlos va a ser padre. Es el primer bisnieto de mi madre. Pero no me atrae la idea. He visto por la tele un reportaje sobre Goya y sobre sus pinturas negras. Esos cuadros donde el miedo, el horror, la angustia, lo terrible en suma, son protagonistas. Algunos expertos dan sus opiniones sobre el estado de ánimo del pintor cuando pintó todo aquello. Al parecer se encontraba solo, desvalido, su mujer había muerto, tenía una amante, compró una casa a las afueras de Madrid para evitar habladurías.
Me pregunto, si Goya viviera, cómo pintaría la sociedad actual. ¿También negra? o tal vez colorista? El mundo es muy complejo, lleno de colorines. El glamour en las imágenes, los automóviles a gran velocidad por la Castellana de Madrid, las bombillitas navideñas cubriéndolo todo como si las estrellas hubieran bajado del cielo para posarse sobre la ciudad de Madrid. Estoy ahora mismo en Zamora, pero mi mente se va a la gran urbe. Aquí todo es negro también. Esta misma mañana paseaba por las calles principales y veía a la gente vestida de negro, a las chicas jóvenes enfundas en medias negras, en abrigos negros, con gorros, -hace frío-. Dicen que España es un país alegre -yo lo dudo- pero se viste de gris. O negro. Al parecer a los asiáticos, cuando vienen a España les sorprende nuestra forma de vestir. Yo misma voy también de negro. Tengo mucha ropa negra. Me gusta.
Picasso también pintó el Guernica, un cuadro que narra los horrores de una guerra espantosa, cruenta, una guerra entre hermanos. Los caballos pisan cabezas, las bocas se abren amenazantes exhibiendo enormes dientes. Dicen que, en un principio, nadie entendía el Guernica. La historia, sin embargo nos resuelve el problema. Los artistas son testigos certeros del devenir histórico. Recuerdo una vez que también, en tv, se hablaba del Guernica. Y lo explicaban con música, era una música terrorífica, como en las películas de terror, que según el tono, sabemos que se masca la tragedia, que se masca en esos mismos instantes en que el platillo del batería es abatido con fuerza.
No sé de qué escribir, estoy dejando a mis manos que se deslicen sobre el teclado del ordenador. Tal vez, como Goya, yo me sienta también negra. Me gustaría alejarme a Laos o a Etiopía y dejarme vivir en sus paisajes, sin conocer a nadie. Me gustaría vivir una nueva vida. Necesito un cambio, un cambio de ubicación, un cambio sustancial, cualitativo y cuantitativo. Un cambio en definitiva. Me pregunto por qué algunas personas necesitamos cambios, cambiar continuamente.
No sé. Tengo que hacer una lista de buenos propósitos para este año que acaba de comenzar y no termino de encontrarle la cara. Parece que se esconde, que me toma el pelo, parece que no acaba de enfrentarse cara a cara conmigo. No sé.

2 comentarios:

  1. La escritura espontánea, caótica o carente de dirección suele dejar en evidencia a los mejores escritores, querida Concha. Me ha pasado muchísimas veces lo que siento que te ocurre en este momento. No hay remedios, no hay consejos, sólo deja a tu pluma con piloto automático y cada tanto recuerda que hay un amigo que te quiere y te admira a rabiar en el confín de América.

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  2. Me ha gustado lo del piloto automático.
    Gracias Jorge, siempre es un consuelo leerte, tienes palabras y soluciones para todos. Me maravilla tu clarividencia analítica, en cualquier ocasión o circunstancia.

    Mi cariño y admiración para ti también, cómo no.
    Un abrazo.

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