14 de noviembre de 2010

El torero

Hoy he ido al primer concierto de Jazz de la temporada. Fantástico. Me acompañaba mi amiga Esmeralda a la que le ha salido una joyita de novio. Un torero malagueño que vive en Salamanca.
Mi amiga me dice que no comente lo del noviazgo con el torero, porque ¿qué diría la gente? Por Dios, mira que echarse de novio a un torero.....! Lo conoció por casualidad, al salir de una tienda de perfumes. Ella salía de comprar el suyo favorito y el torero entraba a comprar, ¡vaya usted a saber!. Tropezaron, el perfume de mi amiga cayó al suelo con tal violencia que al abrir el paquetito de había roto. El torero no sabía como disculparse. Le pidió que entrara de nuevo a la tienda para comprarle otro. Hablaron, hablarlon, hablaron, fueron a la cafetería más próxima a tomar un café y se hicieron novios. Así. No me ha querido contar más detalles porque no tengo excesiva confianza con ella. Le dije que era muy interesante tener un novio torero pues la vida de éstos debe ser apasionante, todo el día entre campos de encinas y reses bravas, dando muletazos a diestra y siniestra, organizando capeas para los amigos. Salamanca es una tierra de toreros y de bravura. La Universidad le da la fama pero los toros le proporciona muchos ingresos.
Le comenté que yo tengo un amigo torero, bueno, tengo una amiga neoyorquina residente en España casada con un torero al que conoció mientras le hacía una entrevista. Ella es periodista. Se enamoraron y se casaron, como hicieron Camilo José Cela con Marina Castaño, la inefable Marina, persona nada grata en toda la Península Ibérica.
Le comenté a mi amiga que hace dos veranos, encontrándome por Extremadura con un grupo de periodistas en un viaje de prensa donde iban la neoyorkina con su torero, nos atrevimos a recorrer el río Alagón en piraguas para salvar unos cuantos rápidos. Mi hermana Toya se subió conmigo y con el torero en la misma piragua. El torero en el centro y nosotras dos en los extremos. Nosotras remábamos. Nos advirtieron que no debíamos agacharnos cuando la piragua, debido a la corriente se precipitara sobre las frondosas orillas del río. Fue emocionante hasta que, en un momento dado, y debido a la corriente el torero se movió más de la cuenta y nuestra piragua volcó. Estuvimos unos momentos, larguísimos, debajo del agua con la piragua sobre nuestras cabezas. Cuando por fin pudimos subir fuera del agua vi que el torero estaba lívido, acojonado. No se movía. Le dijimos que estuviera tranquilo pues llevaba salvavidas. Ya fuera del agua yo me di cuenta de que mis gafas de sol, recien compradas, se las había llevado la corriente. Mi hermana perdió su sombrero y el torero nos dijo que había perdido el miedo. Confesó que había pasado más pánico que ante todos los toros a los que se había enfrentado en la plaza.
Mi amiga se sonrió complaciente. Su novio torero, cree, no se subirá jamás a una piragua.
Por favor, me pidió, no se lo cuentes a nadie. Sólo aquí, en este sitio, casi secreto.

1 comentario:

  1. Pienso que no tiene una relación importante el oficio o el trabajo con el amor. Si su amiga se siente a gusto, contenta, querida y respetada el resto da igual. No debe avergonzarse de quién tiene al lado. Por lo menos io tengo esa postura, pese a que estoy total y tajantemente en contra del toreo. Me parece un ASCO, una idiotez grandísima y de absoluta COBARDíA el herir a un animal de esa forma y usarlo como bufón para entretener a un montón de "aburridos" y ociosos que no tienen otra cosa más que hacer.
    Lo que digo no va en contra de su amiga ni que tenga una relación con quien la tenga, va en contra del maltrato animal, de la violencia psicológica y física que sufren inmerecidamente estas criaturas. Tenga total certeza, que si luego cuenta que el novio de su amiga fue lastimado por un toro, diré tres hurras por el toro, aunque lamentaré la preocupación y/o tristeza de la novia, me dará lo mismo la gravedad del "torero".

    Saludos.

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