26 de junio de 2010

Futbol

Ayer, por primera vez en mi vida, presencié un partido de futbol importante. Ni voy al futbol, ni me gusta, ni conozco el nombre de los juagadores, por muy famosos que sean, ni me interesa lo más mínimo, pero ayer, estábamos reunidos todos mis hermanos y querían ver el partido España/Chile y quise participar y compartir con ellos esas "emociones" que provoca seguir con la mirada las infinitas trayectorias de un balón en medio de un estadio, por tanto, al igual que ellos y otras muchas personas que se encontraban en el mismo local, presté la máxima atención al desarrollo del partido. Me sentía optimista y feliz, más por el hecho de estar con mis hermanos, -tres mujeres y un varón, somos cinco en total-, que por el futbol en sí pues son pocas las veces que tenemos la ocasión de reunirnos todos ya que, cada cual, vive en lugares diferentes, por tanto, nos apostamos en torno al gran televisor preparado al efecto y mis ojos comenzaron a fijarse en el juego. Las carreras por el campo, los movimientos de los jugadores, la potencia, la fuerza y la técnica desplegada por uno y otro bando me cautivó y comencé a comprender la alegría de los seguidores, el apoyo vociferante, la explosión con el primer gol. El equipo chileno era bueno, luchaba para evitar lel ataque de los jugadores españoles. Sin entender nada de futbol, -nunca había reparado- me di cuenta del gran esfuerzo, del trabajo y de la extenuación que demostraban a cada segundo. Un espectàculo sin duda, un clamor compartido, una emoción, lo confieso, que a mì se me escapaba, pero que, sin darme cuenta, fue contagiándome. Me encontré gritando y levantando los brazos como lo hacía el resto de los asistentes al partido.
Creo que a partir de ahora, el futbol va a ser objeto de atención aunque no comprenda todo lo que genera alrededor del mismo, aunque no comprenda esas cifras millonarias que se manejan en primas y premios. Cien millones de las antiguas pesetas para cada jugador de la selección española por ganar a los chilenos. Chirrían esas cantidades multimillonarias despilfarradas en mimar a estos fornidos atletas que se han convertido en estrellas. El futbol, pese a su innegable belleza, es un escándalo si se reflexiona sobre las penurias por las que atraviesa el mundo. Es un alarde más de la injusticia y el desequilibrio social por los que atravesamos.
Vuelvo a quedarme sola. Mis hermanas se han ido, pero el eco de las conversaciones bajo la parra en el jardín de nuestra casa, junto a nuestra madre, el sonido de los pájaros acomodándose entre las ramas de los árboles para despedir el día y la lluvia que se introduce en la tierra hasta empaparla, mitigan mis pensamientos hasta sentir los párpados que se caen vencidos por la necesidad de soñar.

1 comentario:

  1. Concha. Un saludo desde Mérida. Me gusta todo lo que escribes. Noto un cambio en ti ¿es verdad?
    Un abrazo y sigue escribiendo. Tu experiencia y manera de ver el mundo son muy valiosos.

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