16 de marzo de 2010

Día perro

Hoy es uno de esos días en los que más me hubiera valido quedarme en la cama. De pronto tengo frente a mí la guerra. Esa guerra interpersonal que no se sabe de dónde viene pero que viene. Viene y te ataca desde todos los frentes y tú sin armas para contraatacar.
Ayer me incomodé con una amiga. Hablábamos de poemas y de poetas y le comenté que había presenciado un recital de autores jovenes que no me había gustado nada. Su lenguaje era zafio, a veces soez, pobreza lingüística. Se nota la falta de cultura, se nota el fracaso intelectual de la gente universitaria. Porque se trataba de universitarios.
Mi amiga dijo algo que no me gustó, al tiempo que hacía un gesto con sus manos marcando comillas. Yo la interpreté como quise y le respondí muy airada. Nos cruzamos unos cuantos dardos que a punto estuvieron de matar nuestra amistad, pese a que ésta se remonta desde hace más de treinta años. Más incluso, pues cuando éramos casi niñas ya compartimos clases en el Instituto. En fin. Hoy le he escrito un email para pedirle disculpas. Todavía no me ha respondido.
Hace dos días eché una reprimenda a un amigo, tan áspera y contundente que no supo qué responderme. Lo arreglé después, dándole un beso y disculpándome, al tiempo que le decía "tuve que decírtelo porque se me hubiera clavado la espina durante mucho tiempo.".
Ya no voy a contar los motivos de mi enfado porque puede resultar surrealista, pero a veces, las cosas no salen como queremos. Se nos bifurcan y se pasean por los ignotos caminos de nuestra sensibilidad para hacernos daño. Hoy, desde por la mañana, he sentido esa pesadumbre interior que nos cercena el alma, que no sabemos cómo echarla, sacarla de nuestro corazón para siempre. Cuando esto me ocurre, suelo escuchar música. Fados lastimeros de Amalia Rodrigues, el Réquiem de Mozart, e incluso Concha Buika, la que canta con los ojos cerrados.
Así hubiera querido tener los míos hoy, para no visualizar ciertas cosas.

2 comentarios:

  1. Escuchad, mi reciente amiga, Concha.
    A este paso, os quedareis, sin amistades, y creo y/o considero, que en ocasiones debemos ser algo benévolos, pues estas, como tu bien sabes y conoces, NO, se forjan de la noche a la mañana.

    Espero y considero, este tuyo sea mas, un desahogarte, literal, que realidad intelectual.

    Concha, gracias por tu comentario en el mío y espero, no ser la próxima victima, de tu próximo “día perro”. Es broma amiga.

    Siempre gracias. Gusto leerte, AMIGA.

    ¡¡Aahh, Concha, ya te respondí en el mío, soy madrileño, mi amiga zamorana.

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  2. Hola Concha. Espero que tu ánimo ya haya mejorado. Tengo menos experiencia que tú, pero te diré que una vez dejamos de hablarnos mutuamente un amigo y yo durante dos años. Luego todo se normalizó. Creo que tarde o temprano uno se da cuenta que ciertas cosas por la que disentimos no valen la pena y que la amistad es la que realmente vale. Saludos desde Yucatán.

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