14 de febrero de 2010

La postilla

Es verdad que los padres, las madres en este caso, inculcamos a los hijos nuestras manías o nuestras neuras. Todo se hereda, todo se aprende. Yo, desde muy pequeña me ha encantado arrancar, extirpar o explotar espinillas, las mías propias y las de los más allegados: hermanos, hija...creo que a nadie más le sacaría una espinilla. Pudor obliga. Recuerdo que mi hermano, cuando éramos muy niños, me cobraba algún céntimo, incluso una peseta, para poder sacarle alguna.
A mi hermana Toya, las espinillas la dejan indiferente. Pero las postillas, ah, las postillas. Son su debilidad. Cualquier heridita, por pequeña que sea, no deja que llegue a puerto, o sea, a curarse, porque ella -"no lo puedo soportar"-, levanta la incipiente postilla una y otra vez hasta que ya, por aburrimiento, la postilla renuncia a hacerse.
A su hija Rebeca, tuvieron que extirparle en cierta ocasión, un pequeño bultito que tenìa en una pierna. Como era algo profundo la pequeña intervención dejó un hueco en su lugar, que su madre debía curar cada día con mercromina hasta que, poco a poco, fue haciéndose la postilla. Como le habían advertido que no se la tocara, ella respetó el mandato pero miraba la herida con verdadera pasión y ganas, mientras veía cómo se iba conformando la postilla día a día. Cuánta paciencia y cuánta resignación debió de sufrir para soportar el crecimiento de aquél apéndice marrón. Al fin, la postilla, por sí misma, fue separándose de la piel hasta desprenderse por completo de la pierna de Rebeca. Fue entonces cuando su madre rescató la postilla entre sus dedos. El placer que le proporcionaba a mi hermana el contacto de aquello tan mullidito en sus dedos, -decía- no tenía parangón. La acariciaba una y otra vez disfrutando con verdadero placer.
La guardó en un gasita y la llevaba siempre en su bolso. De vez en cuando la sacaba y la volvía a acariciar. Un día, cuando iba por la calle, se le acercó un chico y amenazándola con una navaja, le robó su bolso y con él sus pertenencias y la postilla de Rebeca. Dice que lo que verdaderamente sintió perder fue la postilla de su hija, mucho más que todo lo demás.
Esta misma tarde, mi madre, mi hermana, mi hermano y yo fuimos a nuestro pueblo para acercarnos a la vecina localidad de Almaraz para ver el Santuario rupestre de San Pelayo. Íbamos conversando de diferentes cosas y salió el tema de la postilla robada. Nos reíamos divertidos mientras volvimos a escuchar el relato con toda atención. Nos imaginábamos la cara que debió de poner el ladrón cuando descubriera el "tesoro". Por lo menos, -decía mi hermano- estoy seguro de que el ladrón se llevaría un gran susto pues creería que la postilla debió servir para hacer el budú a alguien. Se imaginaba arrojando el bolso muy lejos, incluso con lo que de valor tuviera no siendo que se confabularan las brujas contra él, porque todos sabemos que aunque no creemos en ellas, "habeylas haylas".
Nunca más supo del camino que llevó la postilla. Qué raros comportamientos tenemos los humanos, hay que reconocerlo. De mi manía por las espinillas, recuerdo que yo le sacaba una a mi madre que tenìa en la espalda. Cuando llegaba el verano y nos poníamos nuestros bañadores, la espalda de mi madre quedaba a mi libre disposición. Entonces yo me afanaba con ahínco para sacarle lo que no había -decía mi madre- pero de tanto presionar año tras año, conseguí que se le enquistara la zona hasta que, por fin, yo misma la acompañé al dermatólgo para que le extrajera el quiste, convertido ya en una piedra, de lo duro que estaba.
Pues bien, esa misma operación me la hace a mí mi hija en cuanto me tiene al lado, no espera a que llegue el verano y me vea en bañador. Simplemente, me dice: "mamá a ver cómo tienes la espinilla". Me clava sus uñas mordidas una y otra vez y no consigue sacar nada, pero ya ha empezado a hacerse un pequeño quiste. Sé, por experiencia, que en algún momento tendré que ir al dermatólogo como mi madre. Puaffffffff.....!

3 comentarios:

  1. Me dio algo de cosa lo de las heridas sin curar, admito.
    Y bueno, el asunto es que si un padre le tema a algo, intente no proyectarlo en el hijo. Hay que tomar las cosas buenas de las familias y eliminar los erores.

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  2. Tienes mucha razón, pero quién es perfecto?

    Si quieres puedes pasar algo de estos archivos para tu revista. No encuentro "El hueso".

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  3. yayay
    muy alegre ...
    e traquinas...
    la espalda de tu madre quedaba a tu libre disposición...
    niña...

    yayay

    abrazo serrano (después hablo de mi viage)

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