21 de enero de 2010

ESTRÉS

Suelen decir que las grandes urbes son muy estresantes y que, sin embargo, las ciudades pequeñas no lo son. Yo, que habito en una ciudad de poco más de sesenta mil habitantes afirmo lo contrario: me relaja más Madrid, por ejemplo, que Zamora donde resido habitualmente.

Ayer, viajando en el metro, un rapsoda entró en el vagón que yo ocupaba y nos anunció que nos iba a recitar un poema de Rosalía de Castro. Primero lo hizo en castellano y después en gallego.
Su voz sonaba clara y entusiasta. Cuando terminó nos dio las gracias por haberle escuchado y salió del vagón en la siguiente parada.

A mí me dejó el alma serena el poema de Rosalía y recordé su casa museo en Galicia cuando la visité hace algunos años. El tren marchaba vertiginosamente mientras yo recitaba mentalmente mi poema que dedico a Lorca sobre "La casada infiel": Ella se marchó del río/ la bata desabrochada/ los botones se han perdido/ ella se entregó de noche.../ y así hasta el finl. Pensé que tengo que aprenderme los otros, los diez restantes que he escrito sobre el romancero lorquiano.

Salgo del metro y me encamino a IFEMA. Casi todo el mundo viste de negro, mujeres y hombres. Me doy cuenta de que yo también voy de negro: abrigo, pantalones, botas...todo negro. Ayer aproveché las excelentes rebajas de Madrid y volví a comprarme prendas negras.
Entrar en el recinto de Ifema es como si un soplo universal me diera en el rostro. Se oyen conversaciones en inglés, en alemán, en lituano, en polaco, en ruso, en chino. Europeos, africanos, asiáticos, rostros de diferentes continentes acuden a la gran feria para ver, para negociar, para exponer y presentar sus ofertas. La agenda diaria más que cargada. A las 12 Rumanía, a las 13, Guatemala, a las 14,30 Grecia. A veces son varios países a la misma hora.
Degustaciones, regalos, viajes, amigos, abrazos, saludos, risas, buen humor. Termina la jornada y el cansancio hace mella -todo el día caminando sobre un suelo de moqueta-. Los Reyes hicieron su aparición con treinta minutos de retraso. Les seguían varias decenas de personas de séquito. La seguridad exagerada. La gente que acude a Fitur es gente de fiar, pero las cosas son así.

Y mientras ocurre todo esto observo que mi cabeza está despejada, puedo pensar sosegadamente, nada ni nadie interfiere ni en mis ideas ni en mi confort mental.

Regreso a Zamora. Santa Clara. Fulanito de tal. Pobrecito, tiene cáncer. Menganito de..."se separó de su mujer porque ha dejado a la secretaria embarazada". Ah, por ahí viene Perentanita. "No sé por qué no me saluda, es idiota. No pienso decirle adiós". Ésta no me ha dicho lo de la fiesta, ni me felicitó el día de mi santo."

Zamora Madrid, Madrid Zamora. ¿Cuál de las dos ciudades estresa más?
¿Cuál de estos dos ambientes me permiten desarrollar mi imaginación de forma más positiva?

2 comentarios:

  1. Hola Concha. Muy interesante tu blog. Escribes mucho y tienes una gran experiencia de la vida. Gracias por tu comentario en Poco de agua. Es un gran gusto para mí saber que una persona como tú le guste lo escrito.
    Ah, y a esa tu hija de 30 años quizá debieras ser un poco más enérgica con ella (ja ja).
    Saludo

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  2. sabes que estou a ler bastantes coisas sobre a nossa zona comum. leio sobre o noroeste peninsular...

    estou a partilhar contigo o mesmo rio e um mesmo passado

    uma mesma aproximaçao

    na verdade muito o que nos une

    nao é verdade?

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